Pinturas completamente disfuncionales, con uso de la figura humana con una mezcla de animal, pero sin llegar al surrealismo, llenas de detalles y plagadas de simbolismo conforman el abanico creativo del pintor duranguense José Luis Ramírez.
En entrevista, el artista comenta que estas piezas son fáciles de identificar por su estilo, provienen del momento y las relaciones afectivas en turno.
“Lo que me planteo antes de iniciar una pieza es acomodar los recuerdos del presente inmediato. Mi obra tiene muchos simbolismos y aparecen como códigos que son pequeños homenajes al recuerdo instantáneo; al igual que hay mucha urbanidad y esto lo clasifico como poética-mente hostil”, expone.
El artista, que tiene 22 años de trayectoria, ha participado en más de 30 exposiciones colectivas y 15 individuales, algunas fuera de México.
Entre bocetos, pinturas formales y obras, José Luis Ramírez ha realizado más de dos mil creaciones, además de cuatro murales. Entre los más importantes, según considera el propio artista, se llama Los derechos pendientes que se encuentra ubicado en el Congreso del Estado de Durango, un mural de más de 120 metros cuadrados en tres pisos, realizado en 2016.
Además del que pintó en la Biblioteca Central del Estado de Durango, denominado Paisaje Histórico Mexicano, de 14 por 16 metros, en 2010 y el de la Universidad Juárez del Estado de Durango, El Tiempo la Sombra y el Cobijo, en 2015.
Aunque de adolescente su sueño era ser futbolista profesional, desde niño se caracterizó por ser muy observador, cualidad fundamental en el arte que le ha colocado hoy en días entre los artistas que gozan de una reputación importante en materia cultural a nivel nacional.
“Considero que fui un niño muy observador, muy analítico, observaba todo con detalles, entonces toda esta inquietud visual, pues para mi me representó una ventana para la creatividad, específicamente en el arte”, señala.
Incluso, comenta que desde joven gozaba de alguna habilidad técnica en la pintura, pues llegó a trabajar como rotulista de una compañía transnacional fabricante de refrescos. Es entonces cuando decide entrar a estudiar en la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED).
Ahí le dieron las herramientas para el buen entender del arte, y desde entonces no ha dejado de pintar, lo hace diariamente, de lunes a lunes, por lo menos siete horas diarias, lo que le llevó a crear un lenguaje que ha ido perfeccionando y depurando hasta encontrar lo que hoy considera una voz propia en su obra.
“Hoy en día tengo el gusto de que una pieza mía, mostrada en la Ciudad de México o Monterrey o donde sea, se sabe que es de José Luis Ramírez por la cantidad de detalles que manejo en mi obra y por el mismo discurso”.
En vías de convertirse en un pintor consolidado, José Luis Ramírez asegura que hoy en día no sólo es reconocido en los círculos culturales nacionales, sino que coleccionistas importantes del país y fuera de él buscan sus obras.