La Mtra. Marja Godoy hizo saber que a los 15 años inició en un taller de serigrafía como aprendiz, se ha ido desarrollando en las técnicas manuales, por lo que ahora es maestra de cerámica en el Instituto de Artes y Oficios, trabaja la técnica mixta y siempre se ha interesado en lo cotidiano y lo lúdico, ha tenido la misma perspectiva de ser «juguetona» con su obra, se han ido ampliando los materiales que maneja, pero piensa que sigue siendo la misma aprendiz de oficios que hace algunos años fue.
Por necesidad orgánica ha dedicado su vida al arte; toda vez que se enamoró de los materiales del uso del trabajo en el taller, en ese tiempo ingresó a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ); porque su cuerpo le pide producir con las manos; y, a través de ellas, comprender el mundo.
Un momento trascendental en su carrera, fue cuando la Mtra. Socorro López le invitó a trabajar la cerámica, formar parte de un taller, ello le cambió la vida, dejó de trabajar con materiales sintéticos y se dedicó mucho más al arte popular en la alfarería, toda vez que se trabaja con un material muy de la tierra, muy femenino, antiguo y mexicano, retomó lo popular y lo mexicano desde una perspectiva muy femenina y primigenia.
La Mtra. Godoy mencionó que le mueven mucho el surrealismo y el dadaísmo, pero al final de cuentas los movimientos no son lo significativo, si lo es la expresión o el lenguaje, más que un conjunto de personas produciendo lo mismo, lo relevante es que sea un conjunto de personas haciendo cosas distintas en el lenguaje plástico.
Lo que más satisfacciones le ha dado como creadora es ser maestra, darse cuenta que su lenguaje personal se ha convertido en un sistema que puede compartir; y, ver como las personas que han compartido en el taller, son capaces ahora de tener su propio lenguaje. La esencia de su obra es lo cotidiano, la vida, la comida, el mercado, los materiales, las vajillas, los platos, los vasos, etc. Su obra no es ambiciosa es muy modesta, no es una persona muy compleja.
Resaltó que si su obra pudiese hablar, comentaría de su creadora empezó a producir para hacer los juguetes que le gustaba tener, también mencionó que inició la producción para hacer lo que le gustaba ver en las fiestas populares o para congelar lo que le agradaba ver a la hora del desayuno, en concreto, su obra afirmaría que sigue siendo una niña juguetona.
Percibe la actividad de la sociedad queretana con respecto al arte, como algo muy diverso y muy rico, hay artistas para todo, se ha evolucionado hasta llegar al punto en el que «somos un conjunto de creadores empáticos y cercanos, en ocasiones opuestos, pero Querétaro ha llegado a una madurez y una legitimidad en recocer sus defectos y su carácter». En general el carácter de Querétaro es muy sobrio, cerrado, crítico, etc., tal vez no es exuberante, quizá no tiene las grandes galerías de la CDMX, tampoco posee el color de Oaxaca, sin embargo tiene una modestia y una cualidad muy puntual, fuerte e incisiva; y, Querétaro como movimiento cultural es rico y como conjunto del lenguaje artístico es maduro, diverso y completamente valioso, tiene un nivel de discusión nacional e internacional.
Para concluir, mencionó que siempre es bueno vivir intensamente lo sucedido en la cotidiano, apreciar los materiales, porque se vive en un mundo que nos ha alejado de la sensación de que hemos afectado lo matérico y lo matérico nos afecta a nosotros, se siente que todo es inocuo, que nada nos hace daño y nosotros no le hacemos daño a nada, piensa que la vida del trabajo en el taller, es justamente eso, «como yo afecto al mundo y como el mundo me afecta a mí», nos recuerda nuestro lugar en el mundo; y, dijo que el disfrute del placer del tacto y la observación, nace de saber que «cada placer incide en ti y que tu incides en el mundo», esa es su sensación ante el trabajo de taller y su obra, es de cómo disfruta de la vida, «que la gente viva y mientras vive es vivida por el mundo».