Redacción ACI Prensa
Santa Rosalía (1130-circa 1156/66) fue una eremita del siglo XII y se le cuenta entre las santas vírgenes de la Iglesia. Rosalía vivió una vida de oración, contemplación y penitencia, separada del mundo.
Nacida Rosalia Sinibaldi, pertenecía a una noble familia proveniente de Normandía, que se reclamaba descendiente de Carlomagno. Se le considera patrona de la ciudad de Palermo (Sicilia, Italia). Su nombre es una contracción de los vocablos «Rosa» y «Lilia», y es llamada cariñosamente «La Santuzza» («La Santita», en lengua siciliana) debido a que fue una mujer de baja estatura.
Rosalía fue educada en la corte, y por su belleza y bondad se convirtió en dama de honor de la reina Margarita de Navarra, esposa del rey Guillermo II. Sin embargo, dejó su hogar y el palacio real para dedicarse completamente a la oración, siendo acogida en el monasterio basiliano de Santo Salvador en Palermo.
Como sus padres y el hombre al que la habían prometido querían disuadirla, huyó a una cueva cerca de Bivona (Sicilia) y más tarde a otra ubicada en el Monte Peregrino, cerca de Palermo, en la cual murió.
Según el sacerdote bolandista (jesuita dedicado a la recopilación de datos sobre los santos), P. Juan Stilting, Rosalía fue hija de Sinibaldo, conde de Quisquina y Monte Rosa (actual territorio de Santo Stefano Quisquina y Bivona), y fue descendiente del emperador Carlomagno.
Según la tradición de la Iglesia, se le atribuye la extinción de la peste que asoló Sicilia en 1624, año en el que sus restos fueron encontrados. Dice la leyenda que la Santa se le apareció a un cazador y le indicó la cueva dónde se ubicaban sus restos, pidiéndole que estos sean sacados en procesión y se les entierre debidamente. Los sicilianos lo hicieron así y en pocos días la peste desapareció. Por eso, los habitantes de la isla mediterránea la consideran su patrona.
Sus restos fueron colocados posteriormente en la Catedral de Palermo. Poco tiempo después el Papa Urbano VIII admitió la autenticidad de sus reliquias y dispuso que se le recuerde el 15 de julio en Sicilia y el 4 de septiembre en la Iglesia Universal, conmemorando el hallazgo y el traslado de sus reliquias.
La iconografía la representa como ermitaña o, a veces, revestida con hábito agustino. Suele aparecer con una corona de rosas, en alusión a su nombre, un crucifijo y una calavera, por la vida ascética que llevó.
El culto a esta santa fue inicialmente promovido por los Benedictinos y se ha hecho universalmente popular. Se pide su intercesión en los momentos difíciles, contra enfermedades infecciosas y, de manera particular, contra la peste. Hoy sus devotos piden por el fin de la pandemia.