La historia del Ejército Mexicano es en cierto modo, la del País, de sus luchas, de sus empeños por reconquistar su Patria, afianzar la independencia, salvaguardar su libertad y erigir un camino autónomo de vida.
Revisar el proceso de evolución de nuestras Fuerzas Armadas hasta llegar a su actual condición, inquirir en el papel que les ha tocado desempeñar en el cumplimiento de nuestros objetivos y aspiraciones colectivas.
Los Orígenes
Los señoríos más poderosos eran los de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba, integrados por núcleos de población del mismo origen étnico y ligado mediante una Triple Alianza.
El Calmecac era un centro de educación para los nobles, donde se transmitían las doctrinas y conocimientos más elevados a los jóvenes como: los cantares divinos, la ciencia de interpretar códices, conocimientos calendáricos, la memorización de textos, etc. A estos centros concurrían los hijos de los nobles y los sacerdotes.
Itzcoátl «Serpiente de color de obsidiana» organizó el Ejército que derrotó a los tecpanecas de Atzcapotzalco, liberando a su pueblo del dominio tecpaneca. Con su reinado comenzó el auge de lo que sería el imperio más grande de Mesoamérica. Durante el reinado de Moctezuma Ilhuicamina «El que flecha el cielo»; se extendió el dominio y la influencia de la monarquía de Tenochtitlán y comenzó a organizar el comercio hacia el exterior del Valle de México. Fue este monarca quién organizó la Alianza con los Señoríos de Texcoco, Tenochtitlán y Tlacopán conocida como la Triple Alianza. Los aztecas establecieron las guerras floridas como una forma de culto, que a diferencia de las guerras de conquista, tenían por objeto procurarse prisioneros para sacrificarlos al sol.
Con Axayácatl («Mosco Acuático») se continuaron las conquistas, logrando la expansión de sus dominios fuera del Valle de México ampliando su influencia hasta el Istmo de Tehuantepec, destacándose en este periodo la incorporación de Tlatelolco a su Señorío. El servicio militar era obligatorio para todos los jóvenes nobles o plebeyos, el cual se iniciaba a los 15 años.
Para el combate fuera de las ciudades, se organizaban varios grupos de los cuales sólo uno entraba en acción mientras los otros permanecían en estado de alerta. Las órdenes las daban los reyes valiéndose de tambores o caracoles. Las señales con el escudo eran muy comunes para dar órdenes de ataque. Las armas, eran fabricadas por los especialistas, pero además se adquirían armas y trajes de guerrero como tributo de los pueblos vencidos. Las armas más usadas fueron: honda, arco, flecha (algunas con la punta envenenada), dardos, macana y atlalt.
El Ejército de la Colonia
sin embargo la organización y administración de la defensa de la Nueva España, presentó una serie de problemas de diversa índole tales como: la burocracia; marcada estratificación social; poca o ninguna inclinación de la mayoría de los novohispanos por la carrera de las armas; desconfianza que tenían los soldados peninsulares hacia los novohispanos; la oposición de los oficiales provinciales a pasar a los cuerpos permanentes; las barreras geográficas; el enfrentamiento entre ayuntamientos, mineros, autoridades eclesiásticas y hacendados contra las autoridades militares; el miedo del gobierno peninsular a armar a los indígenas y la negación de los cabildos municipales para organizar sorteos y levas.
Las guerras emprendidas por España durante el siglo XVI y XVII repercutieron en la Nueva España por el aumento de las contribuciones y la intercepción del comercio Atlántico, además de que las autoridades españolas no establecieron en territorio novohispano, Batallones con soldados españoles, esto obligó a Francisco de Villalba a organizar los primeros batallones y regimientos para la defensa de la Colonia.
La Guerra de Independencia
Una de las medidas de las autoridades españolas para restar fuerza a los movimientos independentistas fue la publicación en el mes de junio de 1811, del reglamento político militar, llamado “Plan Calleja”, en el que se exigía crear cuerpos de infantería y caballería en las ciudades, conseguir que los propios habitantes de haciendas y ranchos se defendieran de los ataques insurgentes y aumentar el número de cuerpos irregulares, por lo tanto el “Plan Calleja” culminó la novohispanización del ejército.
La Real Ordenanza de Milicias de 1767 estipuló que el ejército obtendría los remplazos a través de banderas de reclutas, levas y sorteos, además de que las milicias custodiaban los caminos, protegían la salida de los caudales por los puertos, sofocaban las rebeliones y apoyaban los cambios introducidos por las reformas borbónicas.
En 1767, la Nueva España apoyó la política del gobierno español, que se opuso tajantemente a la educación militar de los mestizos y criollos, pues esto implicó un peligro para continuar con su dominio, los mantuvo alejados de todo puesto de importancia, se les negó la admisión al Ejército Colonial, así mismo les fueron restringidos los puestos de cadetes que era la categoría asignada a los aspirantes a oficiales, sin embargo, por los acontecimientos en la península ibérica a finales del siglo XVIII, fue necesario modificar su política de reclutamiento, permitiendo que los criollos y mestizos ingresaran al Ejército Virreinal incluyendo en la clase de cadetes.
Felipe V admitió esta forma de reclutamiento que se instituyó formalmente en la Cédula Real del año 1776, siendo Virrey de la Nueva España José Miguel de Azanza, se permitió a los criollos y mestizos, iniciarse en la carrera de las armas, al ingresar como Cadetes a los cuerpos de tropa que formaban el Ejército Colonial.
La noticia de las renuncias de Fernando VII y Carlos IV al trono de España se recibió en las colonia américanas el 14 de julio de 1808. Esto significó que había desaparecido la autoridad superior legítima de sus dominios en el nuevo continente, por lo que el día 19 de julio de ese año el Ayuntamiento de la Ciudad de México, «en representación de todo el reino», entregó al Virrey un memorial con los siguientes puntos:
- Que las reales renuncias eran nulas porque fueron «arrancadas por la violencia».
- Que la soberanía radicaba en todo el reino y en particular en los cuerpos que llevaban la voz pública, «quienes la conservarían para devolverla al legítimo sucesor, cuando se hallase (España) libre de fuerzas extranjeras».
- Que, en consecuencia, debía el Virrey continuar provisionalmente en el gobierno.
Los oidores objetaron este memorial y el 21 de julio y propusieron que se reuniera una junta de las principales autoridades de la ciudad —Virrey, Oidores, Arzobispos, Canónigos, prelados de religiosos, inquisidores, jefes de oficina, títulos, vecinos principales y Gobernadores de las Parcialidades de Indios— para examinar el asunto, lo cual ocurrió el día 9 de agosto de 1808.
El licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, Síndico del Ayuntamiento, planteó la necesidad de formar un gobierno provisional y propuso el desconocimiento de las juntas peninsulares, cuya creación se había conocido en México desde el 29 de julio.
Para entonces los españoles sospechaban que el Ayuntamiento aspiraba a la independencia y los criollos suponían que la Audiencia deseaba mantener la subordinación a España, aún sometida por Napoleón.
El 12 de agosto, Iturrigaray dispuso que no se obedeciera a ninguna junta peninsular, a menos que fuera creada por Fernando VII, con lo cual, estando el monarca prisionero, se desligaba de toda autoridad en España.
El 31 de agosto de 1808, el Alcalde de Corte Jacobo de Villaurrutia pidió al Virrey que convocase a un congreso, lo cual hizo éste al siguiente día, en este se solicitó a todos los ayuntamientos del país a que nombrasen sus representantes y mandando a la capital al Regimiento de Infantería de Celaya y al de Dragones de Aguascalientes, cuyos comandantes le eran partidarios.
Estos hechos persuadieron a los españoles de las intenciones independentistas del Virrey y decidieron deponerlo.
La noche del 15 de septiembre de 1808, Gabriel de Yermo con 300 hombres, y en complicidad de la guardia de palacio, entraron a éste e hicieron prisionero al Virrey José Joaquín Vicente de Iturrigaray, a quien enviaron a la Inquisición con sus dos hijos mayores (después fue enviado a España para que se le juzgase), Mientras tanto, los Oidores, el Arzobispo y otros notables, reunidos en la Sala de Acuerdos, declararon al Virrey separado de su cargo y nombraron para sustituirlo al Mariscal de Campo Pedro Garibay.
Fueron también detenidos el licenciado Verdad, Juan Francisco Azcárate y Lezama, José Antonio Cristo y fray Melchor de Talamantes. Este último y Primo de Verdad murieron en prisión.
Por sus ideas vanguardistas, y por pretender la autonomía de la colonia a fray Melchor de Talamantes se le reconoce como precursor de la Independencia de México.
Los acontecimientos más relevantes ocurridos en el año de 1809 a 1810 en favor de la independencia de la Nueva España fueron:
El 19 de julio de 1809 el Arzobispo de México, Francisco Javier de Lizama y Beaumont, sustituyó al Virrey Pedro de Garibay en el virreinato por instrucciones de la Junta Suprema de Sevilla.
En septiembre de 1809, en Valladolid, (actual Morelia), se inició una conjura para crear una junta que gobernase en nombre del monarca prisionero, si España sucumbía; en este movimiento se encontraban comprometidos los militares José María García de Obeso, José Mariano Michelena, Mariano Quevedo, Ruperto Mier y Manuel Muñiz, los licenciados José Nicolás Michelena y Soto Saldaña; el Cura Manuel Ruiz de Chávez, de Huango; el franciscano Vicente de Santa María y Luis Correa ellos fueron denunciados por el Cura del sagrario Francisco de la Concha, lo que provocó que fueran aprehendidos el 21 de diciembre, fecha en que pensaban poner en ejecución sus planes apoyados por algunos soldados y por los indígenas michoacanos, a quienes habían prometido eximir de pagar sus tributos.
En 1810, los franceses ocuparon la mayor parte de España, desapareció la Junta Suprema Central instalada en Cádiz y se constituyó la Regencia —gobierno de una monarquía en ausencia del rey.
El 14 de febrero de 1810 se convocó a Cortes —Asamblea Legislativa— para darle al reino una nueva Constitución, incluyendo por vez primera la asistencia de representantes americanos.
La figura central y el principal incitador de la Independencia de México fue Miguel Hidalgo y Costilla, Cura del pueblo de Dolores quien con un grupo de criollos, entre quienes figuraban los también Capitanes del Regimiento de Dragones Provinciales de la Reina, Ignacio Allende y Juan Aldama, conspiraban en casa del Corregidor de Querétaro, don Miguel Domínguez en esa misma ciudad de Querétaro, bajo el disfraz de reuniones con carácter literaria.
En estas reuniones de los conspiradores se proponían desconocer a las autoridades virreinales e instalar, en su lugar, una junta de gobierno provisional, hasta que fuera restablecido en el trono el monarca Fernando VII.
La conspiración de Querétaro sería finalmente la que desataría la Revolución de Independencia de México. En ella participaban, entre otros, el Corregidor de la ciudad de Querétaro, Miguel Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz de Domínguez; Ignacio Allende y Juan Aldama, y el Cura Miguel Hidalgo.
A principios del mes de septiembre de 1810, la conspiración fue delatada, por lo que el recién llegado Virrey Francisco Xavier Venegas, ordenó la captura de los implicados.
Al saberse descubierto, el corregidor Domínguez encerró a su esposa en una habitación, buscando evitar que diera aviso a los demás conjurados. Sin embargo, doña Josefa logró comunicar al Alcaide Pérez quien a su vez hizo llegar la noticia a Hidalgo y Allende.
La noche del sábado 15 al domingo 16 de septiembre de 1810, notificado Miguel Hidalgo de que las reuniones de Querétaro habían sido descubiertas decidió iniciar la rebelión contra las autoridades novohispanas y arengó al pueblo, que se congregaba en el atrio parroquial.
Después, Hidalgo y los demás jefes de la rebelión, seguidos por quienes respondieron a su llamado, se dirigieron a Atotonilco, con lo que inició la Guerra de Independencia.
En esta etapa, las fuerzas se conformaron por voluntarios, entre los que podemos destacar a los sirvientes de Hidalgo, los presos liberados de la prisión de Dolores (menos de 100), una parte (probablemente dos compañía) de Dragones del Regimiento Provincial de la Reina, leales a Allende y unos centenares de campesinos, empleados y artesanos.
Así tenemos que el Ejército Insurgente se formó el 16 de septiembre de 1810, dentro de las características de estas fuerzas sobresale que fue un conglomerado de agricultores, mineros y trabajadores de las haciendas con nulos conocimientos castrenses entre los que se puede incluir al Cura Miguel Hidalgo, sólo un porcentaje reducido fueron militares entre ellos los Capitanes Ignacio Allende e Ignacio Aldama, que carecieron de oficiales y cuadros de clases suficientes que les permitieran dirigir a la muchedumbre que se les unía y agrandaba sus fuerzas haciéndolas una masa de heterogénea.
Sin una estructura definida, el ejército insurgente creció con rapidez, a su paso por San Miguel El Grande, Celaya y Guanajuato, los seguridores lograron contar con un efectivo aproximado de 80,000 insurgentes, entre hombres y mujeres de todas las edades.
Tras varias victorias, entre las que destacan la toma de Guanajuato, Valladolid, y Monte de las Cruces, los insurgentes fueron derrotados en la Batalla del Puente de Calderón por el brigadier Félix María Calleja, a partir de esta fase las tropas realistas intensificaron la persecución contra los lideres insurgentes hasta apresarlos en Acatita de Baján, Coahuila e inmediatamente conducidos a Chihuahua, donde se les juzgó y fusiló. Sus cabezas fueron separadas de sus cuerpos y exhibidas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.
Cuando fueron fusilados Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez, la insurgencia ya era fuerte en el sur de la Intendencia de México, al frente del Cura José María Morelos y Pavón, quien en 1810 había recibido la orden directamente de Hidalgo de llevar a cabo la lucha independentista en el sur.
Morelos convocó al primer congreso americano en 1813, en Chilpancingo, donde se firmó el Acta de Independencia de la América Septentrional, por los diputados de las provincias del naciente país que acudieron y además promulgaron la Constitución de Apatzingán un año más tarde, sobre la base del documento escrito por Morelos, titulado “Sentimientos de la Nación”.
El Cura Morelos fue hecho prisionero en Temalaca y conducido al poblado de San Cristóbal Ecatepec, al norte de la Ciudad de México, donde fue enjuiciado, degradado, excomulgado y fusilado el 22 de diciembre de 1815.
Con la muerte del Generalísimo José María Morelos, el Ejército Insurgente entró en una etapa en que se creyó que había sido dominada la insurrección, solo quedaban los focos guerrilleros de Guadalupe Victoria, en Veracruz y Vicente Guerrero, en el sur de México. En el norte, continuaban la lucha Pedro Moreno y Francisco Javier Mina que había desembarcado de España.
Ejército Trigarante.
Félix María Calleja entregó el Virreinato de la Nueva España en septiembre de 1816, al Capitán General de Cuba, Juan Ruiz de Apodaca quien dio facilidades para que se otorgara el indulto a los líderes insurgentes, entre quienes aceptaron el perdón se encuentran Nicolás Bravo e Ignacio López Rayón y se negaron a acogerse a este pacto Pedro Moreno, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Andrés Quintana Roo y Leona Vicario. Gracias a esta política, la Nueva España vivió en relativa tranquilidad hasta finales de 1819.
Pero esta transitoria paz duró hasta el 26 de mayo de 1819, cuando el Intendente de la Provincia de Veracruz, José Dávila y los comerciantes establecidos juraron la Constitución de Cádiz y ante el temor de que el Virrey no la aceptara, organizaron el Batallón de Voluntarios de Fernando VII para ejercer presión al Virrey Ruiz de Apodaca, quien el 31 de mayo de 1820, juró la Constitución y el virreinato se convirtió en una Provincia y el cargo de Virrey pasó a ser Jefe Político Superior de Nueva España.
Esta noticia tomó por sorpresa a los novohispanos y provocó que se pensara que se suprimirían los privilegios del clero y del ejército, por esto los simpatizantes del régimen absolutista comenzaron a reunirse de forma secreta en el Oratorio de San Felipe Neri, conocido popularmente como el templo de la Profesa, en la Ciudad de México.
El objetivo inicial de las reuniones en la Profesa fue impedir la divulgación de la reinstauración de la Constitución de Cádiz en España, porque el Rey se encontraba aún sin libertad, pero una vez jurada la Constitución de Cádiz por el Virrey el objetivo fue proclamar la Independencia de México, e instalar una monarquía regida por un infante de España, pero necesitaban el sostén militar y por esto apoyaron a Agustín de Iturbide, a quien otorgaron la designación de Comandante en Jefe de los Ejércitos del Sur, en lugar de José Gabriel de Armijo, para combatir las guerrillas de Vicente Guerrero que seguía levantado en armas en la Sierra del Sur.
Iturbide estableció su Cuartel General en Teloloapan e intentó varias veces tomar contacto con el General Vicente Guerrero, por medio de cartas en las que se ofreció el indulto y varios privilegios, fue hasta que Guerrero aceptó una entrevista que propuso Iturbide, en una carta fechada el 25 de enero en Teloloapan, que se reunirían para que Iturbide le expusiera los puntos de un programa político.
El encuentro se realizó en la población de Acatempan (hoy municipio de Teloloapan), el 10 de febrero, ante las respectivas tropas de Iturbide y de Guerrero. El 24 de febrero de 1821, con motivo de los acuerdos de la reunión entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide se proclamó el Plan de Iguala. Como resultado de los acuerdos de esta reunión resultó la fusión de las fuerzas realistas e insurgentes, formando así el ejército encargado de defender las tres garantías del Plan de Iguala: Unión, Independencia y Religión, por esa razón se le denominó Trigarante.
Siete meses después, cuando el Teniente General don Juan O’Donojú, último Superintendente General (Virrey), nombrado por la Corona Española, fue interceptado por Iturbide, en Córdoba, Veracruz, durante su camino a la Ciudad de México, Iturbide lo convenció sobre la necesidad de la Independencia de México y llegaron a un acuerdo que se le conoce como los Tratados de Córdoba, en los que se reconoció la Independencia de la Nueva España.
El 27 de septiembre de 1821, entró a la Ciudad de México el triunfante Ejército Trigarante, con Iturbide al frente. Al día siguiente se organizó una «Junta Gubernativa», la cual nombró a Iturbide Jefe Supremo de las Fuerzas de Mar y Tierra con el título de Generalísimo Almirante, y se expidió el Acta de Independencia.
El 18 de mayo de 1822, parte del ejército acudió en forma tumultuaria frente al Palacio de Iturbide (Hoy Museo Banamex) a los gritos del Sargento Pio Marcha, y proclamaron al Generalísimo Iturbide como Primer Emperador de México lo que dio origen al Ejército Imperial Mexicano.
La Invasión Norteamericana
La Invasión Norteamericana tiene sus antecedentes en las políticas expansionistas de Estados Unidos, que desde 1809 se venían observando: la compra de la Louisiana en 1803, la firma del Tratado Adams-Onís de 1819, con el que España cedió la Península de la Florida.
Cuando México logró su Independencia, Estados Unidos envió a Joel Robert Poinsett como representante para firmar un tratado de límites en el que Estados Unidos intententó infructuosamente anexarse la provincia mexicana de Texas. Posteriormente se inició un proceso de ocupación pacífica en la que miles de emigrantes norteamericanos, agricultores y aventureros, se van estableciendo con o sin permiso de las autoridades mexicanas en esa región; desde 1823, con el permiso del gobierno mexicano, Stephen Austin comenzó a llevar emigrantes anglosajones a Texas. El 25 de agosto de 1829, Poinsett ofreció cinco millones de dólares por el territorio de Texas.
Para 1834, la afluencia de aventureros-mercenarios se hizo todavía más notoria, como es el caso de los firmantes de la declaración de independencia de Texas, B. T. Archer y P. B. Dexter, quienes eran buscados por fraude. El 1 de marzo de 1836, Texas proclamó su independencia de México y nombró presidente a David G. Burnett y vicepresidente a Lorenzo de Zavala.
Después de la firma del Tratado de Velasco (1836), el gobierno norteamericano, que había apoyado militar y económicamente a los separatistas, se apresuró a reconocer la independencia de Texas.
Durante cerca de diez años el gobierno mexicano no intentó recuperar la provincia rebelde pero no reconoció su independencia. En marzo de 1845, la República de Texas se anexó a Estados Unidos; la frontera sur reconocida en esta anexión fue el Río Nueces.
La anexión provocó que crecieran las tensiones que se agravaron cuando en 1845, el gobierno norteamericano ofreció pagar la supuesta deuda mexicana a colonos estadounidenses, sí México permitía que EE. UU. comprara los territorios de la Alta California y Nuevo México.
El Presidente norteamericano James K. Polk también ordenó al General Zacarias Taylor llevar un ejército a la frontera de Texas y México, el que se estableció en Corpus Christi, en agosto de 1845. A principios de 1846 Taylor recibió órdenes de marchar con su ejército al sur, hasta el Rio Bravo. En marzo de 1846 tomó el camino de Matamoros, en donde el 25 de abril de 1846, la caballería mexicana al mando del General Anastasio Torrejón derrotó una fuerza norteamericana, de avanzada, al mando del Capitán Thorton.
Este motivo fue una buena excusa para que el Presidente Polk pidiera la Declaración de Guerra al Congreso. «Sangre norteamericana había sido derramada en territorio norteamericano». El Congreso norteamericano le declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846, como consecuencia de los «actos agresivos» de México.
La distribución de las fuerzas Norteaméricas fueron Taylor por el noreste; Kearney ocupó Nuevo México y California. Scott inició una penetración cuya base fue el Puerto de Veracruz y por el lado del Océano Pacifico, el Comodoro John D. Sloat.
Sucesivas batallas fueron ganadas por los invasores que avanzaron triunfantes en las batallas de Palo Alto, Resaca de Guerrero o de la Palma, Monterrey, y en febrero de 1847, sobrevino la célebre batalla de la Angostura, con la cual el Ejército Mexicano logró frenar el avance de Taylor, pero no fue suficiente, pues los norteamericanos, desde Veracruz, avanzaron hasta la Ciudad de México, al Mando del General Scott, continuando con sus triunfos en San Ángel, Churubusco, Padierna, Molino del Rey, Chapultepec y las Garitas de la ciudad. Los norteamericanos tomaron la Ciudad de México el 14 de septiembre y el gobierno mexicano se estableció en la ciudad de Querétaro.
Tras el éxito de su invasión, Estados Unidos aprovechó los momentos que vivía la República Mexicana cuando sus ciudadanos no lograban un acuerdo de autogobierno, sin embargo, en los combates que se desarrollaron sobresalieron varios héroes dignos de mencionarse como los Generales Nicolás Bravo y Antonio León, Coronel Lucas Balderas, Teniente Coronel Felipe Santiago Xicotencatl, Capitán Margarito Zuazo, los alumnos del Colegio Militar “Niños Héroes” y no podemos excluir la heroicidad de los soldados irlandeses que formaron el Batallón de San Patricio, entre otros.
Con la firma del “Tratado de Guadalupe Hidalgo”, en el mes de febrero de 1848, México perdió más de la mitad de su territorio y se inició el retiro de las tropas invasoras. El 15 de junio de 1848, terminó finalmente esta ocupación.
La Guerra de Reforma
La Reforma es un período de transformación social caracterizado por la transición de la estructura política de la Colonia y del Imperio, a la formación de un estado nacional basado en el orden constitucional. Esta revolución se basó sobre la necesidad de una reestructuración social que intentó terminar con los privilegios de las clases dominantes, la reactivación de la economía y la restauración del trabajo.
En la intervención norteamericana de 1847 se comprobó la falta de cohesión nacional, el distanciamiento de los estados del poder central, la falta de recursos y el continuo enfrentamiento entre los grupos opositores de la época, liberales y conservadores, factores que hicieron que la pacificación del territorio nacional se viera obstaculizado por todas partes.
Se considera que la Guerra de Reforma o de los Tres Años, inició a partir del 17 de diciembre de 1857, con la promulgación del Plan de Tacubaya, hasta el 1/o. de enero de 1861, con la entrada a la Ciudad de México del General Jesús González Ortega, este conflicto se libró entre los grupos conservador y liberal, los primeros buscaban la permanencia del estado de cosas de la Colonia, en tanto favoreciera sus privilegios y que la economía primero se consolidara al interior del país; por su parte, los liberales buscaban la transformación social hacía una estructura política moderna, con énfasis en el mercado externo.
El 5 de febrero de 1857, fue promulgada la nueva Constitución Política que regiría al país, la cual, además de declarar entre otras cosas, la abolición de la esclavitud, libertad de enseñanza y de cultos, hacía desaparecer los fueros militar y eclesiástico, estas ideas innovadoras provenientes de la filosofía moderna europea y los conceptos de la Ilustración no fueron bien recibidas por los grupos conservadores, quienes se apoyaron en buena parte en altos mandos del ejército, quienes se veían afectados al perder su fuero militar.
En la Ciudad de México se preparó una siblevación bajo el nombre del “Plan de Tacubaya”; fueron el 1/er. Batallón de Ingenieros, a las órdenes del Coronel Domingo Nava, el Batallón Ligero Activo de México, al mando del Coronel Marcos Esnaurrízar y dos Baterías de Artillería a las órdenes del Coronel Zeferino Rodríguez, fuerzas que sumaron un efectivo de aproximadamente 1200 elementos de tropa y estuvieron al mando del General Félix Zuloaga los cuales marcharon el 17 de diciembre de 1857, de Tacubaya a la Ciudadela, en donde se le sumaron las tropas de la guarnición que se encontraban a las órdenes del General Joaquín Rangel, integradas por el Cuerpo de Ambulancia, Batallón de Artillería, Batallón “Mina”, 2/o. Batallón de Ingenieros, Batallones de la Libertad, “Degollado”, de Zapadores Bomberos, Activo de Tehuantepec y la División Activa de Artillería. Ante esta situación crítica el General Ignacio Comonfort, Presidente electo en ese momento, se adhirió al Plan de Tacubaya.
Durante el año de 1857 la estructura del ejército fue modificada según las siguientes órdenes:
El 29 de abril se decretó que, en tanto se estructurara el ejército permanente, éste constaría de 8 Batallones de Infantería, constituido cada uno de 8 compañías, un Batallón de Ingenieros formado por cuatro compañías, 4 cuerpos de Caballería de 4 compañías cada uno, un Batallón de Artillería a píe y una División de Artillería a Caballo.
- El 13 de junio se dispuso una organización en 5 Divisiones Mixtas: la primera de ellas a las órdenes del General Zuloaga, conformada por los Batallones de Ingenieros, 2/o. de Línea y 2/o. de Rifleros, más el 3/er. Cuerpo de Caballería, una batería y media de artillería a píe.
- El 27 de septiembre, el General Comonfort determinó que el ejército permanente constaría de 12 batallones y 2 Compañías Fijas de Infantería, una Brigada de Plaza y una División de Artillería a Caballo, 2 Batallones de Ingenieros, una Compañía de Ambulancia y de 6 Compañías de Caballería, más las Compañías Presídiales necesarias para la persecución de los indios bárbaros. Se incluyó además un Cuerpo Científico de Ingenieros, otro Especial de Plana Mayor, otro de Salud Militar y el Estado Mayor General del Ejército. La Milicia Activa se constituiría de 7 Batallones de Infantería, 2 Divisiones y 16 Baterías de Artillería y 6 compañías de Caballería.
Las indecisiones del presidente Comonfort originaron que fuera hecho prisionero don Benito Juárez, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, sin embargo éste fue liberado el día 11 de enero de 1858, después del pronunciamiento hecho ese mismo día mediante el cual se desconoció al Presidente Comonfort y se nombró como Jefe del movimiento del “Plan de Tacubaya” al General Félix María Zuloaga.Después de ser liberado el 11 de enero de 1858, Don Benito Juárez salió de la capital, ya que por ministerio de ley según la Constitución de 1824, y al tener el cargo de Presidente de la Suprema Corte de Justicia, en ausencia del Presidente de la República, le correspondía la responsabilidad de dirigir al país, por este motivo se trasladó a Querétaro y luego a Guanajuato, en donde el 19 de enero estableció su gobierno, posteriormente se dirigió a Guadalajara, donde estuvo a punto de ser fusilado.
En estas circunstancias se enfrentaron dos bandos con ideales diferentes: por un lado los conservadores guiados por el General Zuloaga, que tenían como objetivo modificar el sistema constitucional a uno que permitiera un régimen conservador y, por otro lado, los liberales de Juárez, que defendían los principios de legalidad basados en la Constitución Política. Desde Guadalajara, en febrero de 1858, Juárez acordó con sus ministros permanecer con su gobierno en esa ciudad en tanto la capital era rescatada. El General Anastasio Parrodi fue designado Comandante del Ejército de la coalición liberal, el cual en su mayoría se integró de las milicias estatales.
De esta manera inició la campaña en contra del ejército del bando conservador, el cual mantenía en sus filas al ejercito permanente, dándose los primeros enfrentamientos en Salamanca.
El 23 de diciembre de 1858, apareció una tercera fracción diferente de los liberales y los conservadores, liderado por el General Miguel María Echegaray, quien se pronunció con el “Plan de Navidad”, cuya intención era reconciliar a los bandos en pugna, este plan fue modificado y se le llamó “Plan de Ayotla”, el cual desconocía al gobierno emanado a consecuencia del “Plan de Tacubaya” y propuso la creación de una junta popular compuesta de personas de todas la República para que establecieran una administración provisional y nombraran a una dirigente para ejercer el poder supremo.
El plan fue secundado por varios comandantes conservadores, por estas circunstancias el Presidente conservador Félix Zuloaga renunció al cargo y la Junta se estableció conforme al plan el 1 de enero de 1859. Benito Juárez rechazó la invitación y ratificó su postura de respetar la Constitución de 1857.
Sin embargo el General Miguel Miramón que se encontraba en Querétaro regresó a la Ciudad de México y rechazó las proclamas de Echeagaray. Miramón asumió la presidencia de los conservadores, el 2 de febrero de 1859, restableció el Plan de Tacubaya y con este acto dio continuidad a la Guerra de Reforma.
La influencia de Estados Unidos fue determinante en la política del país, pues al reconocer al gobierno de Juárez, el 6 de abril de 1859, aunque la guerra civil seguía su paso en todo el país, fue el 22 de diciembre de 1859, cuando se libró el combate decisivo entre las fuerzas liberales al mando del General Jesús González Ortega, los cuales vencieron a las fuerzas conservadoras a las órdenes del General Miramón, en las Lomas de San Miguel Calpulalpan, posteriormente las tropas liberales entraron a la Ciudad de México el 1/o. de enero de 1861, y el ejército permanete fue licenciado, sus funciones fueron realizadas por el Ejército Liberal de Juárez.
La Intervención Francesa
Tras la Guerra de Reforma en México, la principal problemática por la que atravesó el gobierno fue la insuficiencia de recursos para establecer el orden en un país agotado por los constantes enfrentamientos, cuartelazos y rebeliones.
Esta razón llevó a que el Congreso de la República decretara, el 17 de julio de 1861, la suspensión de pagos de todas las deudas públicas, lo que originó la reacción de Inglaterra, España y Francia, que reclamaron la cancelación de esa medida, sin embargo el Gobierno Mexicano hizo caso omiso de esa demanda de esos países, por lo que ingleses y franceses terminaron relaciones diplomáticas con nuestro país.
Los conservadores en México vieron en estas dificultades del gobierno de Benito Juárez la oportunidad para realizar sus objetivos, ya que desde la consumación de la independencia buscaron establecer una monarquía en México.
En respuesta a la suspensión temporal de pagos, Inglaterra, Francia y España, firmaron en Londres, el 31 de octubre de 1861, un convenio mediante el cual se estableció enviar una expedición a ocupar las principales fortalezas militares de las costas mexicanas, con el objetivo de captar los recursos económicos de las aduanas y cobrar la deuda de los tres países.
El Gobierno Mexicano nunca se negó a pagar tales deudas, sólo solicitó una prórroga de tiempo para superar la angustiosa situación económica en la que se encontraba tras el episodio de la guerra civil de Reforma.
Después de que las tres potencias europeas firmaron el convenio en Londres, la escuadra española llegó a Veracruz el 8 de diciembre de 1861; los ingleses el 6 de enero de 1862 y los franceses anclaron al día siguiente. El gobierno mexicano designó al General Manuel Doblado para negociar con los intervencionistas, solicitando que expusieran las intenciones de su expedición, sin lo cual no se podía permitir su avance.
Los plenipotenciarios europeos intercambiaron impresiones con el ministro Manuel Doblado en las que se expuso el interés de evitar un enfrentamiento y el 19 de febrero, se acordaron en el poblado de La Soledad los preliminares mediante los cuales se pactó, que las potencias aliadas se abstendrían de interferir en cualquier disputa interna de los mexicanos, restringiéndose a la negociación como vía de alcanzar acuerdos sobre sus reclamaciones, dichas negociaciones se llevaron a cabo por representantes de las potencias aliadas y representantes del gobierno mexicano en Orizaba.
Los preliminares de la Soledad fueron ratificados por el Presidente Juárez y los representantes ingleses y Españoles, el 5 de marzo siguiente arribó a Veracruz el General Carlos Fernando de Latrille, Conde de Lorencez quien, con su arrogancia característica creyó que por la situación que vivía México que se encontraba debilitado por los cruentos años de la Guerra de Independencia, los constantes enfrentamientos del Primer Imperio y la Reforma, sería un país sin ánimos de defenderse cuando fueran atacados por el ejército francés. Sin embargo, el inesperado resultado fue determinado por la energía y valor de los combatientes mexicanos.
Infringidos los preliminares de la Soledad, Lorencez marchó con sus fuerzas de Córdoba a Orizaba. Comenzaron entonces los primeros enfrentamientos el 19 de abril de 1862 y las tropas francesas se prepararon a avanzar a la Ciudad de México, cuyo paso intentaron detener sin éxito en Acultzingo las tropas al mando del General Ignacio Zaragoza.
Los franceses avanzaron a Amozoc, lugar al que arribaron el 4 de mayo. En este sitio Lorencez recibió información sobre el Plan de Defensa del General Zaragoza, y el General Juan Nepomuceno Almonte, asesoraró a Lorencez en el sentido de que el ataque debía efectuarse a través de la zona de la Huerta del Carmen, área del perímetro de la ciudad fuera del alcance de las fortificaciones de Loreto y Guadalupe. Ante este escenario, el General Zaragoza, dispuso sus tropas en cuatro Brigadas de Infantería como sigue:
Brigada Berriozábal, 1,082 hombres; Brigada Lamadrid, 1020; Brigada Negrete, 1,000; Brigada Díaz, 518, Artillería, 550 y Caballería, 4,852 elementos.
Ante la posibilidad de que los franceses dirigirían su ataque por el este y por el sur, el General Zaragoza dispuso de su efectivo conforme al siguiente dispositivo:
Brigada de Caballería, al mando del General Antonio Álvarez, apoyado en la ladrillera de Azcárate;
- Brigada Díaz, en la columna de ataque, entre la Caballería y la Brigada Berriozábal;
- Brigada Berriozábal, en la columna de ataque, entre la Brigada Díaz y la Brigada Lamadrid,
- Brigada Lamadrid, en la columna de ataque entre la Brigada Berriozábal y la falda sureste del Cerro de Guadalupe.
- La Brigada Negrete, de guarnición en los dos fuertes, con un Batallón de Morelia en los atrincheramientos de la falda sureste de Guadalupe, el Batallón de la Guardia Nacional de Puebla (los Zacapoaxtlas) en línea de tiradores en la loma que une a Loreto con Guadalupe.
La columna francesa marchó de Amozoc a Guadalupe la madrugada del 5 de mayo, al considerar a esta última posicion como el punto que dominaba Puebla, cuya posición resultaría en el dominio de la ciudad, pero las condiciones del terreno y ubicación estratégica de los fuertes de Guadalupe y Loreto, les dificultaron el avance a las columnas francesas que fueron sometidas a un intenso fuego de la Infantería y Artillería mexicana apoyadas por Caballería, ante la imposibilidad de avanzar sobre Guadalupe, el General Lorencez ordenó la retirada.
Este acto glorioso de las armas nacionales en Puebla causó optimismo en toda la República y los Generales, Jefes, Oficiales y Soldados mexicanos de la acciones de Acultzingo y Puebla fueron declarados beneméritos de la patria mediante decreto del Congreso de la Unión.
Las consecuencias de esa histórica batalla fueron enormes, Napoleón III ordenó que se aumentara el número de las tropas francesas, las cuales ascendieron a aproximadamente 28000 elementos, más unos 2800 del partido monárquico; por su parte, el General Zaragoza recibió refuerzos de la capital, Jalisco, Guerrero, Guanajuato y Zacatecas, por lo que el efectivo del Cuerpo del Ejército de Oriente aumentó a 22000 hombres.
Tras la ocupación de la plaza Puebla, después de haber sido declarada por el General González Ortega en sitio desde el 10 de marzo de 1863, hasta su rendición el 17 de mayo, la capital de la República fue declarada también en sitio y Benito Juárez trasladó su gobierno a San Luis Potosí.
El ejército francés entró en la Ciudad de México el 10 de junio y un mes después, el 10 de julio, la Asamblea de Notables, convocada por el General Elías Federico Forey, dio lectura al dictamen con las siguientes proposiciones:
- La nación mexicana adopta por forma de Gobierno la Monarquía Moderada, hereditaria, con un príncipe católico,
- Que el soberano tomaría el título de emperador de México,
- Que la Corona Imperial se ofrecería al príncipe Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes,
- Que en el caso que por circunstancias de prever no llegase a tomar posesión del trono, la nación mexicana se remitiría a la benevolencia del emperador de los franceses para que le indicase otro príncipe católico.
De esta forma un extranjero sería designado como dirigente de todos los asuntos nacionales y el Poder Ejecutivo se denominaría “Regencia del Imperio Mexicano”. En 1864, desembarcó en Veracruz, Maximiliano de Habsburgo, que con el apoyo de los franceses y de grupos mexicanos conservadores opositores al Gobierno Liberal de Benito Juárez, estableció el 2º Imperio en México.
El Imperio de Maximiliano duró poco tiempo, pues en 1867, Napoleón III retiró su apoyo y por esta razón sus incipientes Fuerzas Armadas no pudieron contener el avance de las Tropas Leales a la República.
El Porfiriato
Con la caída de Maximiliano, México recuperó a plenitud su soberanía. El Presidente Benito Juárez se dedicó a reorganizar la administración civil y militar, reduciendo el efectivo del Ejército.
Insatisfecho con su situación política, el General Porfirio Díaz lanzó el Plan de la Noria el 1/o. de octubre de 1871, levantándose en armas contra el gobierno Juarista, pero fracasó. Dicho Plan pugnaba por la “No Reelección”.
El 18 de julio de 1872, víctima de una angina de pecho, falleció el Licenciado Benito Juárez, figura fundamental en la historia de México. A su muerte, el Licenciado Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia por Ministerio de Ley. Su gobierno transcurrió sin mayores incidentes hasta que pretendió reelegirse.
El Plan de Tuxtepec fue lanzado el 1/o. de enero de 1876. Porfirio Díaz planteaba el propósito de evitar la reelección de Lerdo de Tejada.
El 20 de mayo de 1876, en Icamole, tropas leales infringieron una terrible derrota a los sublevados comandados por el General Porfirio Díaz, quien se vio obligado a retirarse al sur de la República. A pesar de su derrota en Icamole, el General Porfirio Díaz continuó combatiendo a los lerdistas. El 16 de noviembre de 1876, se produjo la Batalla de Tecoac, enfrentándose Díaz con el Gral. Ignacio R. Alatorre; durante el reñido combate, ambos bandos estuvieron cerca de la victoria, pero la oportuna llegada de refuerzos porfiristas, al mando del Gral. Manuel González, provocó la derrota de Alatorre.
Derrotadas en Tecoac sus mejores tropas, Sebastián Lerdo de Tejada no tuvo más remedio que renunciar a la presidencia, la cual fue asumida, el 28 de noviembre de 1876, por el General Porfirio Díaz, quien había entrado triunfante a la Capital el 21 del mismo mes.
Al asumir la Presidencia el General Porfirio Díaz, se dio a la tarea de reestructurar el Ejército; creó el Cuerpo Especial de Estado Mayor, que tenía como función formar la Carta General de la República, redujo las unidades militares y las que quedaron las profesionalizó. Impulsó la Educación Militar con la creación de la Escuela Naval militar, Escuela Militar de Aspirantes y la Escuela Militar de Esgrima.
Fue durante este periodo que el Colegio Militar vivió sus años dorados al pasarse de las instalaciones del Arzobispado en Tacubaya, a Chapultepec; en que se formaron grandes militares que destacaron en campos de la ingeniería, industria, finanzas, arte, periodismo, literatura, etc… como los Generales Felipe Ángeles, Heriberto Frías, etc…
De igual manera se modernizó el armamento y la industria militar, para lo cual se compró maquinaria en Europa, se dio mantenimiento a las armas, se restableció la Fábrica de Pólvora, se impulsó la tecnología militar con el diseño del sistema de cerrojo «Mondragón» que fue el primer fusil semiautomático, además de mejorar el sistema de disparo de los cañones franceses Saint Chamond.
Asimismo, se modernizaron los buques de la Marina, se hicieron maniobras con fuego real, tanto para el Ejército como para la Armada, a fin de mantenerlos operativos y con el mejor adiestramiento.
Tras treinta años en el poder, el General Porfirio Díaz, había logrado una aparente estabilidad económica y social en México. Pero esto a consecuencia de la opresión del pueblo, mismo que estaba muy descontento con el gobernante.
Cuando Porfirio Díaz volvió a reelegirse, en el año de 1910, se sabía de antemano que continuaría dando preferencia a los capitales extranjeros y a los grupos nacionales que estaban de acuerdo con sus políticas, esto fue un factor más para el descontento popular.
La Revolución
Porfirio Díaz fue Presidente de México treinta y un años, durante ese tiempo, el poder quedó en manos de un pequeño grupo de personas, encabezadas por el mismo Porfirio Díaz; durante este tiempo el pueblo no tuvo oportunidad de opinar sobre sus problemas ni de elegir a sus gobernantes.
En 1908, Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman, en la que afirmó que México ya estaba preparado para tener elecciones libres. La noticia llenó de optimismo a mucha gente, que de inmediato se organizó para participar en las elecciones de 1910. Surgieron varios partidos políticos, y se escribieron libros y artículos que discutían la situación del país y la solución de sus problemas.
Uno de los líderes de estos partidos fue Francisco I. Madero, quien junto con otras personas que, estaban en contra de la reelección y que creían en la democracia y en la necesidad de renovar el gobierno, se convirtió en un peligro para el gobierno de Díaz y poco antes de las elecciones de 1910 Madero fue detenido en Monterrey y encarcelado en San Luis Potosí donde recibió la noticia de que Díaz había vuelto a reelegirse. Mediante el pago de una fianza salió de la cárcel, aunque debía permanecer en la ciudad, pero a principios de octubre Madero escapó a los Estados Unidos de América, donde publicó el Plan de San Luis.
En ese documento, Madero denunció la ilegalidad de las elecciones y desconoció a Porfirio Díaz como presidente. Se declaró él mismo presidente provisional, hasta que se realizaran nuevas elecciones; prometió que se devolverían las tierras a quienes hubieran sido despojados de ellas; pidió que se defendiera el sufragio (voto) efectivo y la no reelección de los presidentes. También hizo un llamado al pueblo para que se levantara en armas el 20 de noviembre de 1910 y arrojara del poder al dictador.
Sin embargo se anticiparon los acontecimientos el 14 de noviembre de 1910, en el poblado de Cuchillo Parado, Chihuahua, cuando Toribio Ortega se levantó en armas con un pequeño grupo de seguidores, otro acontecimiento que se suscitó antes del 20 de noviembre fue, el 18 del mismo mes, en la ciudad de Puebla donde se descubrió una conspiración maderista en la casa de la familia Serdán, quienes hicieron resistencia contra la policía y los soldados, de este hecho de armas perdieron la vida Aquiles y Máximo Serdán; Carmen y su madre fueron aprehendidas.
Madero también obtuvo el apoyo de Pascual Orozco, Francisco Villa y Emiliano Zapata independientemente de los motines que ocurrieron en la Ciudad de México.
En seis meses las fuerzas maderistas derrotaron al Ejército Federal en varios combates resultando contundente la toma de Ciudad Juárez. En mayo de 1911, se firmó la paz en esta ciudad fronteriza. Por este hecho, Porfirio Díaz se vio obligado a renunciar a la presidencia y salió del país rumbo a Francia, donde murió en 1915.
De acuerdo con los tratados de Ciudad Juárez, la República Mexicana quedó bajo el gobierno provisional del Lic. Francisco León de la Barra, cuya administración se desarrolló como una prolongación de la dictadura.
El propósito de los Acuerdos de Ciudad Juárez fue dar por concluida la Revolución y realizar el licenciamiento de las tropas revolucionarias, es decir, desarmar a las masas campesinas y restablecer el orden jurídico, sin embargo, no hacían mención sobre el problema de la tierra, ni sobre ningún otro de los puntos mencionados en el Plan de San Luis, por lo tanto el movimiento popular, social y sobre todo agrario, continuó su lucha.
Después del interinato de Francisco León de la Barra y al llegar Francisco I. Madero a la presidencia de la República a principios de noviembre de 1911, la situación no era nada favorable, pues Madero tenía enemigos por todas partes. Como resultado de los Acuerdos de Ciudad Juárez, muchos porfiristas quedaron en el gobierno interino, quienes se encargaron de hacerle la vida imposible.
El Presidente Francisco I. Madero se enfrentó a una gran inestabilidad política: primero, tuvo que luchar contra un poder legislativo que le era totalmente adverso, pues era mayoritariamente porfirista; en segundo lugar, aprovechando la libertad de prensa, fue atacado por sus enemigos que lo ridiculizaban severamente; en tercero, tuvo que enfrentar las rebeliones armadas de Bernardo Reyes, Pascual Orozco, Félix Díaz y Emiliano Zapata.
Pero Madero siempre confió en la gente y creía que con la democracia se resolverían todos los problemas de la sociedad. No estaba en contra de la inversión extranjera, sólo pensaba que había que regularla adecuadamente. Pensaba que a los peones había que pagarles más y darles un mejor trato, no estaba muy convencido de expropiar los latifundios y entregárselos a los campesinos. Esto último originó que Zapata proclamara el “Plan de Ayala” a menos de un mes de que Madero asumiera la Presidencia de la República, en suma, para principios de 1913, el gobierno maderista tenía en su contra varios grupos porfiristas y revolucionarios.
Entre los días 9 y 19 de febrero de 1913, ocurrió el episodio conocido como la “Decena Trágica”, periodo donde Madero defiende su gobierno, lo controla y finalmente lo pierde. Los líderes del golpe de estado fueron los Generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz, secundados por el civil Rodolfo Reyes y su padre el General Bernardo Reyes, quien se encontraba preso en la cárcel de Tlatelolco. Este suceso dio inicio el 9 de febrero, con la liberación de los Generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, este último se encontraba preso en la cárcel de Lecumberri, y dirigieron las tropas sublevadas hacia Palacio Nacional. Madero confió las tropas del gobierno al General Victoriano Huerta, quien obligó a Madero y a Pino Suárez a renunciar a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, respectivamente. Teniendo este episodio el desenlace fatal del asesinato de ambos el 22 de febrero.
Cabe resaltar en este golpe de estado la participación del embajador norteamericano Henry Lane Wilson, quien apoyó abiertamente a los insurrectos: en la embajada norteamericana se acordó el plan a seguir para efectuar el golpe de Estado; por lo tanto, los términos que se acordaron fueron denominados como el “Pacto de la Embajada”.
Tras la renuncia de Madero, asumió la presidencia provisional, de acuerdo a la Constitución, el Secretario de Relaciones Exteriores, Pedro Lascuraín, pero sólo el tiempo necesario (menos de una hora), para nombrar Secretario de Gobernación a Victoriano Huerta, y posteriormente renunciar a la presidencia y así dejar a Victoriano Huerta como Presidente de la República.
Durante el desarrollo de la Revolución Mexicana, la violencia armada fue una constante ya que la conducción política de los principales gobernantes de ese periodo – Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Victoriano Huerta, Venustiano Carranza – no lograron el consenso de los grupos políticos que emergían, parte de la población fue guiada por líderes revolucionarios, quienes levantaron en armas sectores de la sociedad a la que escasamente instruyeron y adoctrinaron en el arte de la guerra.
Venustiano Carranza, tuvo una activa participación durante la última década del gobierno de Porfirio Díaz y durante la Revolución Maderista de 1911, y fue hasta 1913, con el derrocamiento del Presidente Francisco I. Madero, cuando Carranza se volvió una figura pública nacional, ya que en el mes de febrero de 1913, siendo gobernador del estado de Coahuila, recibió un telegrama signado por el General Victoriano Huerta, en donde le manifestó que fue autorizado por el Senado de la República Mexicana para asumir el Poder Ejecutivo. Ante esta situación Carranza dejó la responsabilidad al Poder Legislativo local, para que resolviera sobre la actitud que debería asumir el gobierno a su cargo, con respecto al golpe de estado de Huerta en contra de Madero.
El 19 de febrero de 1913, el XXII Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Coahuila, emitió el decreto número 1421, en el cual se desconoció a Huerta como Jefe del Poder Ejecutivo de la República, así como, todos los actos que dictara con ese carácter, al mismo tiempo le concedió a Carranza, en citado documento, facultades extraordinarias en todos los ramos de la Administración Pública para proceder a armar fuerzas, para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional en la República. También se exhortó a los gobernadores de los demás Estados de la República y a los Jefes de Fuerzas Federales, Rurales y Auxiliares de la Federación para que secundaran la actitud del Gobierno del Estado de Coahuila.
Carranza para poder cumplir con la misión asignada por el Congreso de su Estado, tuvo la necesidad de crear un ejército para enfrentar y sustituir al Ejército Federal, las bases de este ejército fueron establecidas en relación con los objetivos políticos, dados a conocer a la Nación en un Manifiesto, publicado en la Hacienda de Guadalupe, Coahuila, el 26 de marzo de 1913, conocido como «Plan de Guadalupe». Este plan en su artículo 4º expresó:
“Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como primer jefe del ejército, que se denominará “Constitucionalista,” al ciudadano Venustiano Carranza, gobernador del Estado de Coahuila”.
Para la organización del Ejército Constitucionalista, Carranza emitió nombramientos y órdenes acordes para la integración del ejército con el que combatiría a las fuerzas huertistas, destacando el decreto del día 4 de julio de 1913, en el Cuartel General de Monclova, en el que se ordenó la creación de 7 Cuerpos de Ejército, denominándolos:
El objetivo de la organización de este ejército fue la aplicación de una estrategia acorde a los objetivos políticos del “Plan de Guadalupe”, para este fin Carranza y a sus jefes militares enseñaron a sus soldados las tácticas y técnicas de combate, el uso del armamento, material y equipo de guerra con el que se contaban. Los encargados de esta tarea fueron el entonces Teniente Coronel Jacinto B. Treviño, Jefe de Estado Mayor y el Capitán Primero Francisco L. Urquizo, mismos que realizaron las siguientes actividades:
- Formularon una Ordenanza para el Ejército Constitucionalista, la que fue la base de la disciplina.
- Emitieron decretos por los cuales se admitían a los ex-militares maderistas o federales siempre que se presentaran dentro de los treinta días siguientes a la fecha de publicación del Plan de Guadalupe.
- Organizaron el escalafón de Jefes y Oficiales y crearon nuevos grados.
- Adquirieron armas y municiones en los Estados Unidos.
- Organizaron nuevos cuerpos para la lucha que se avecinaba con los voluntarios que se les unieron, para la lucha que se avecinaba destacando la creación y actuación del Batallón de Zapadores formado con mineros de la región de Piedras Negras por el Capitán Urquizo.
La creación de este Ejército Constitucionalista y el mantenimiento de los efectivos del Ejército Federal tuvo repercusiones en la sociedad civil, ya que ambos contendientes extrajeron de los poblados a los campesinos que convirtieron en soldados, a los hacendados y terratenientes se les impusieron préstamos forzosos, requisiciones de ganado y granos.
En los artículos 5º, 6º y 7º del “Plan de Guadalupe” se definen, los principales objetivos que se deberían alcanzar por medio del empleo del ejército recién formado:
Art. 5º. “Al ocupar el ejército constitucionalista la ciudad de México, se encargara del Poder Ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército o quien lo hubiere sustituido en el mando.
Art. 6º El presidente interino de la República, convocara elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el poder al Ciudadano que hubiere sido electo.
Art. 7º El ciudadano que funja como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos gobiernos hubieren reconocido la revuelta, asumirán el cargo de gobernador provisional y convocaran a elecciones locales después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos poderes de la federación, como lo previene la base anterior”.
El Ejército Constitucionalista contenía en sus filas muy pocos militares de alta graduación los cuales hicieron su carrera en el Ejército Federal, son ejemplos de ellos: Felipe Ángeles, Federico Cervantes, Jacinto B. Treviño y Vito Alessio Robles, otros personajes como los Generales Álvaro Obregón o Salvador Alvarado se constituían como «ciudadanos en armas».
Por otra parte Carranza jamás aceptó el grado de General, fue partidario de la sustitución de los ejércitos populares por uno permanente y nacional. Este proceso de unificación fue acompañado de una fuerte agitación y violencia que reflejó las contradicciones de los grupos afectados. Así fue como los hombres que abrigaron los mismos ideales de Carranza y lo llevaron al poder, se vieron divididos.
De lo expuesto tenemos un ejemplo claro, en lo ocurrido en la Soberana Convención de Aguascalientes, en octubre de 1914, su propósito fue tratar de evitar la separación entre las facciones, decidir quién y en qué forma gobernaría el país, acordar• la elaboración de un programa de gobierno. Esta convención fue ante todo un intento de negociación política entre las facciones revolucionarias, una disputa por el poder. Fue el escenario donde midieron sus respectivas fuerzas políticas e ideológicas las principales corrientes revolucionarias en pugna.
Después de la Convención hubo más confrontaciones, pero la violencia se desató cuando Carranza intentó imponer al ingeniero Ignacio Bonillas para que permitiera la continuidad de su política.
La lucha ya no fue contra el Ejército Federal, sino entre las diferentes facciones del Ejército Constitucionalista, no se logró la unificación revolucionaria y para conseguirla los caudillos de los diversos bandos, intentaron eliminar a Carranza, a quien consideraron traidor a la revolución y provocador de la rebelión.
A esta situación se agregaron los movimientos contrarrevolucionarios, que surgieron con la caída de Victoriano Huerta, que provocaron la salida del país de muchos militares, políticos e intelectuales que no estuvieron de acuerdo con el gobierno carrancista. Estos movimientos se gestaron en su mayoría en los Estados Unidos, Cuba, Guatemala y otros países, pero ninguno tuvo éxito.
La Posrevolución
A partir de la segunda década del siglo XX, el Ejército sufrió muchos cambios, ya que desde 1920, Venustiano Carranza quiso imponer como candidato a la Presidencia al civil Manuel Bonillas, ante esto el grupo de Sonora encabezado por Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón lanzaron el Plan de “Agua Prieta”.
Los rebeldes tomaron la Ciudad de México y Carranza tuvo que huir rumbo a Veracruz, pero en el camino fue asesinado en Tlaxcaltongo, Pue., el 20 de mayo de 1920.
Posteriormente el General Obregón fue electo Presidente de la República y en 1923 ante la sucesión presidencial apoyo la candidatura del General Plutarco Elias Calles, por lo que Adolfo de la Huerta apoyado por varios Generales y más de la mitad de las fuerzas del Ejército, encabezó una nueva rebelión conocida como “Delahuertista”.
El General Obregón se puso al frente de las huestes leales al gobierno con las que derrotó a los sublevados.
En 1926, un grupo de Yaquis trató de detener el tren en el que viajaba el General Álvaro Obregón, para solicitarle que les regresaran sus tierras. Las tropas que escoltaban al General creyeron que era un ataque, por lo que se volvió una escaramuza.
Tropas gubernamentales atacaron a los Yaquis en las zonas de la sierra, acabando con la última rebelión Yaqui del siglo XX.
A fines de 1926 y principios de 1927, en el occidente de nuestro país grupos de católicos se levantaron en armas contra el gobierno del General Calles por considerar que la Iglesia católica era hostilizada.
La rebelión se generalizó por todo el país, en especial en los estados de Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Michoacán y Colima. Esta sublevación concluyó en julio de 1929 al firmarse los tratados de paz entre la Iglesia y el Estado.
Asimismo en 1927, los Generales Arnulfo R. Gómez y Francisco R. Serrano se rebelaron ante la reelección del General Álvaro Obregón, por lo que tropas gubernamentales rápidamente acabaron con la sublevación.
Dos años más tarde, se dio la rebelión escobarista, en la que algunos generales desleales arrastraron a la infidencia a las tropas de los estados del Norte, la rebelión fue rápidamente liquidada y se inició el proceso de pacificación y por ende el desarrollo económico.
La última rebelión la encabezó el General Saturnino Cedillo en San Luis, lo cual fue rápidamente controlada por las tropas leales a las instituciones legalmente establecidas.
A partir de 1925, se estableció un plan para profesionalizar al Ejército surgido de la Revolución, para el efecto, el General Joaquín Amaro, Secretario de Guerra y Marina, reestructuró la educación militar, creó nuevos planteles como la Escuela Telegráfica, remodeló los cuarteles militares, se publicaron nuevas Leyes y Reglamentos.
Se crearon el Estado Mayor General y la Inspección General del Ejército, se mandó a Generales al extranjero como agregados militares, se crearon varias escuelas como la Superior de Guerra, de Veterinaria, de Aplicación para las Armas, para la tropa y para sus derechohabientes, entre otras.
De la Segunda Guerra Mundial a nuestros días.
El 1/o. de septiembre de 1939, el Ejército de Alemania invadió Polonia, con lo que el mundo se vio nuevamente convulsionado por una conflagración bélica, la II Guerra Mundial, que habría de convertirse en la más grande de la historia.
Ante la alarmante emergencia producida por la suspensión de servicios marítimos internacionales que afectaban la economía nacional, en 1941, se publicó en el Diario Oficial el decreto de incautación de barcos pertenecientes a países beligerantes.
Los barcos incautados, que pasaron a Petróleos Mexicanos y 3 buques alemanes de carga general y pasajeros, refugiados en Veracruz que fueron entregados a la Compañía Mexicana de Navegación.
El 13 de mayo de 1942 fue hundido el buque tanque «Potrero del Llano» por un submarino alemán frente a la costa de Florida, y el 20 del mismo mes es hundido el «Faja de Oro». México reclama estos hundimientos ante el Gobierno Alemán, el cual no da mayor respuesta.
El Presidente Manuel Ávila Camacho, con autorización del Congreso, declara el 2 de junio de 1942 el estado de guerra entre México y las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).
El 11 de septiembre de 1940 se promulga la Ley del Servicio Militar obligatorio, la que, sin embargo quedó por entonces pendiente de aplicación. El servicio era obligatorio para todos los mexicanos, entre los 18 y los 40 años de edad.
Una vez declarada la guerra a las potencias del eje, el Gobierno Mexicano colaborará con el Gobierno Norteamericano, enviando al grupo de perfeccionamiento de aeronáutica a los Estados Unidos en julio de 1944, y a partir del 1o. de enero de 1945 recibió la denominación oficial de la Fuerza Aérea Expedicionaria, conocida popularmente como Escuadrón 201.
A fin de contar con la organización suficiente para la defensa del país, se formaron comités regionales de defensa civil, integrados por organizaciones sociales, instituciones públicas y el pueblo en general. Estos quedaron bajo la dirección de autoridades militares designadas por la Secretaría de la Defensa Nacional.
Alemania se rindió incondicionalmente en mayo de 1945 a los países aliados. En el pacífico, Japón resistió algo más, pero con el lanzamiento de las bombas atómicas a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el gobierno japonés finalmente capituló el 15 de agosto del mismo año, poniendo fin al conflicto armado más devastador de todos los tiempos.
Con la llegada al poder del Lic. Miguel Alemán Valdés, ocurrida el 1/o. de diciembre de 1946, finalizó la etapa correspondiente a los mandatarios militares, durante su gobierno se creó el Departamento de Industria Militar; para evitar la fuga de divisas y que nuestro país fuera autosuficiente en esa materia. De igual manera, se fundó el Banco del Ejército.
A partir de la década de los 50´s, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos se han modernizado para estar a la altura de las crecientes necesidades de nuestro país. Para el efecto se han creado más planteles, teniendo a la fecha Escuelas de Clases, de Formación de Oficiales, de Aplicación y Especialización, Escuelas Superiores y Postgrado.
Asimismo, la Secretaria de la Defensa Nacional, cuenta con la Dirección General de Fábricas de Vestuario y Equipo, en donde se elaboran los uniformes y equipo del personal militar, para que se cumpla con eficiencia las misiones que le tiene encomendada la Carta Magna en beneficio del país y en especial del pueblo mexicano.
Fuente: SEDENA