Exteriorizando las cosas, dominamos las situaciones: Mtra. Sara Jaramillo Klinkert

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La Mtra. Sara Jaramillo Klinkert, hizo saber que de haberse planteado escribir algo similar a «Cómo maté a mi padre», Sencillamente, jamás lo hubiese hecho, el pánico le imposibilitaría concretar tal propósito. La forma en que dio inicio el proceso creativo, ocurrió porque se sentó un día a escribir, y lo hizo sobre ese tema, pero el único fin radicaba en que en determinado de momento de la vida, sus sobrinos pudiesen leerlo, hasta ese entonces la escritora colombiana no pretendía mas que lo referido anteriormente; sin embargo, continuó escribiendo, y la obra terminó gestándose en gran medida por la ingenuidad propia de la creadora, al desconocer qué sucedería posteriormente.

Ana María Aponte, fue la periodista encargada de moderar el conversatorio que tenía como artista invitada  a la literata Sara Jaramillo Klinkert, al respecto de «Cómo maté a mi padre», Aponte preguntó a Jaramillo de qué manera llegó al título, si sería por la decisión de encontrarse a si misma a raíz de todo lo que pasó, y porque se percibe tan contundente el nombre del libro; en este punto de la charla, la comunicadora trajo a la memoria el instante cuando empezó la lectura de la obra comentada, dentro de este contexto; Aponte recordó que se encontraba en una reunión familiar con tapabocas y todo, mientras sus seres queridos la miraban y preguntaban que descubría.

En este respecto, la Mtra. Jaramillo Klinkert, manifestó que su escrito tiene una historia detrás, como se denota a la primera vista, un título como este no llega de la nada, por mucho tiempo no tenía idea de cómo llamaría a los textos generados; incluso, obviaba realizar tal planteamiento, pero al darse cuenta que ya reunía mucho material para dar lugar a una novela, notó que la carga de silencio del libro dice bastantes cosas; pero, a la par, calla muchas otras.

En un principio se limitó a redactar el prólogo, era un período en el que sólo faltaban algunos capítulos, finalmente agregados después. En esta coyuntura, la también periodista, explicó el proceso de escritura, e hizo resaltar el ejercicio de memoria descomunal que trajo a su padre de vuelta, para generar una ocasión; en la cual, ella podía verle tan vivo y presente tras haber estado ausente por 28 años,  una vez ubicada en esta posición, la experta en literatura, se vio en la necesidad de matarlo metafóricamente para cerrar ese asunto, y en tres paginas explicaba todo. La Mtra. Sara dio a conocer que le dio el avance a un amigo, con el afán de que éste leyera el texto y vertiera su opinión, de forma inmediata, el susodicho dejó ver la imperiosa necesidad de eliminar el prólogo, al considerar que el capítulo inicial es sumamente potente; y por ende, el prólogo salía sobrando, puesto que según su forma de parecer, el prólogo se resume en una sola frase: «Cómo maté a mi padre». Pese a ello, la experta en letras, sostuvo su postura, porque conforme a su parecer era muy fuerte, pero con el transcurrir de los días, cada vez le generaba mayor gusto; y como también es periodista, se dijo segura de conocer muy bien que, todo titular bien puesto, sin lugar a dudas puede llegar a generar un impacto tremendo.

Sara recordó que estaba haciendo el master en España; y justamente ahí, un profesor le dijo que el título le parecía fascinante, porque el libro era crudo e incómodo, y correspondía dar una idea fidedigna al lector sobre lo que encararía al leer una obra como esa, ante lo dicho por Jaramillo, Aponte se limitó a señalar que el libro es una declaración y acto de intimidad que pone en evidencia diversas cuestiones. En este sentido, la Mtra. Jaramillo considera que es una lectura necesaria en un país que ha enfrentado tanta violencia, pero narrada desde un ángulo muy general, enfatizando a los sicarios, la bala, Pablo Escolar, etc., pero los colombianos están hartos de narrativas como estas. Pero Jaramillo, con su libro ha llenado un nicho que considera lo sucedido en vidas familiares de quienes fueron sometidos a esa violencia, la cual, ha impactado a mucha gente pero esas formas no han sido contadas, ya que las pequeñas tragedias en las familias constituyen esa sociedad descompuesta integrada hoy. Y, la Mtra. Sara trató de ajustarlo a la realidad con el mayor de sus esfuerzos; bajo este tenor, acentuó que recordar puede ser una manera de ficción, porque con 11 años podía percibir distintos los hechos, y los consigna en el texto desde la visión de una niña, pero el grueso de la historia se ajusta a lo sucedido, sobre todo ello, ha platicado mucho con su hermano mayor porque el se acuerda de muy buena forma. Aunado a lo anterior, la prosista, especificó que estamos ante un libro plagado de metáforas y símbolos; toda vez que, escribe por sus influencias, para dar una imagen y empezar la búsqueda de mil aristas distintas, casi todos los símbolos son animales y vegetales, pues su infancia conlleva a una finca. La imagen puede ser útil para hacer que el lector «mastique» sus ideas.

Sara no se preguntó qué dirían sus familiares, hasta que Angosta Editores pidió el primer manuscrito, y ella se refería a todos con nombre propio; en este sentido, la escritora aclaró que todos pensaban que escribía otra novela mientras estudiaba el posgrado en España, y cuando la publicación era inminente Sara sintió un susto considerable, pero ninguno de sus familiares reaccionó de forma idéntica a ella, ni siquiera solicitaron leer el material antes, todas y todos se enteraron de lo plasmado hasta que fue publicado. Sara citó que han pasado cosas lindas con el libro y ha fortificado la unión familiar, también ha puesto temas sobre la mesa y se habla con matices muy distintos a los originados por el dolor, la especialista comentó que a su madre le costó mucho aceptarlo, no era capaz de leer la obra, abandonaba la intención cuando quería hacerlo, lloraba, pero sus amigos la llamaban para decirle que debía leer un libro tan espectacular, finalmente, su madre se encerró un fin de semana en la finca y cumplió su anhelo, leyó el libro. Fue una catarsis, tanto para Jaramillo Kinkert como para sus familiares; además, la literata señaló que en el libro cita que siempre llegaba tarde al colegio, pese a todo, su vida fue muy feliz, por tener un contacto muy cercano con la naturaleza, Sara dijo gozar más estar con cualquier animal o planta que con algo material. En «La casa de nadie», ella no entregaba un bien inmueble al venderla, daba 28 años de recuerdos, en su interior recordaba lo sucedido mientras la ofrecía, conservaba un vestigio para cada rincón de la casa, y se ligaban a sus compañeros de infancia y vida. Hubo personas que no se enteraron de los hechos en el momento que acontecieron, y personas que vivieron con ella esa época lo desconocían. En relación con ello, la Mtra. Sara Jaramillo remarcó que mirar demonios a los ojos duele mucho y a nadie le gusta, porque estar con uno mismo es muy difícil, y el libro le obligó a hacer ese ejercicio para nada cómodo, pero hoy se alegra en demasía de haberlo hecho, al ver los resultados. Cuando alguien guarda algo, esconderlo requiere un esfuerzo emocional muy grande para mantenerlo resguardado, y ello domina de cierta manera, pero cuando se deja salir, uno ya domina ese algo. Exteriorizando las cosas, las dominamos, finalizó afirmando Jaramillo Klinkert.

Para la Mtra. Jaramillo el resultado del libro fue inimaginable; lo cual, le pone supremamente feliz, aunque no llega a las 250 páginas, pero nadie sabe lo que debió enfrentar. Al momento, Jaramillo disfruta de sobra lo pasado, puesto que hoy por hoy ha publicado con Lumen, ya le han comprado su siguiente novela «Dónde cantan las ballenas», es una historia de ficción pero hay puntos de similitud con la obra mencionada hoy durante el conversatorio; bajo esta tesitura, la literata medellinense adelantó que ya trabaja en una tercera novela. Para concluir su intervención, destacó que «Cómo maté a mi padre», a los 20 días agotó su primera edición; y al mes, la segunda.

 

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