Edmundo González Llaca habló sobre el exgobernador Constantino Llaca Nieto, exgobernador de Querétaro

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El Dr. Edmundo González Llaca, nieto del exgobernador Constantino Llaca Nieto, recordó cuando su abuela le decía cosijoso, mientras advertía que Dios lo veía, motivo por el cual, en alguna ocasión se introdujo en la cajuela de un automóvil FORD para ver sus primeras revistas de Playboy, al fin que Dios solo vería la cubierta de un vehículo; sin embargo, una vez fue descubierto por su abuelita; y, al respecto, nada más comentó.

González Llaca hizo saber que heredó el penetrante y especial humor de Llaca Nieto, quien no decía la gracejada; en este punto, recordó cuando pasaban por la calle de Altamirano veían a un muchacha muy atractiva rodeada de muchachos; y él, preguntaba a su abuelo ¿Qué le veían? Llaca respondía que tal vez “ellos le ven algo que tú y yo no le vemos”, o quizá, “ella les hace algo que a ti y a mí, no nos hace”.

Edmundo Llaca también adquirió de su abuelo el amor a la palabra, al respecto, trajo a la memoria que, su abuelo le comentaba que cuando era niño; en Cadereyta, había un menor que declamaba en cada festividad o cuando se presentaba en el municipio algún político importante. Y cuando se llegó el momento de que ingresara a la educación secundaria lo enviaron a Tequisquiapan para que estudiara, posteriormente, el espíritu comunitario se juntó para reunir su dinero y pagarle, tanto la preparatoria como la universidad; estudió derecho en la UNAM, pero dejó de escribir el segundo año. Un día preguntaron por él y les dijeron que estaba en la cantina, una persona de Cadereyta lo fue a buscar, cuando lo encontró tirado, le ayudo a incorporarse, e inmediatamente le quitaron la beca. Al retornar a Cadereyta con la reprobación de la comunidad, va al cerro y empieza a cargar madera para hacer su cabaña. Entonces, el abuelo de Edmundo, lo ve, le ayuda y se hace amigo. A pesar de lo sucedido, cuando se requerían escritos para determinado acto protocolario, el pueblo lo iba a buscar, le seguían diciendo “El licenciado”, y con su máquina Olivetti que le había regalado la gente, redactaba el contenido solicitado. Y cada vez que Llaca escuchaba cuando “El licenciado” decía: “muy señor mío:”, se preguntaba cuánto se tendrá que estudiar para decir esa frase.

Como es sabido, su abuelo fue gobernador, pero según comentó González Llaca, cuando vivió con él, comían de la huerta y tenían muchas restricciones. Pero tiempo después, Ignacio Burgoa Orihuela, conocido como el padre del amparo, le hizo saber a Edmundo que él, aprendió amparo de Constantino Llaca Nieto, motivo por el cual, puede concluirse que fue un litigante hábil.

Otro suceso que trajo al presente el Dr. Edmundo, fue cuando un revolucionario, amigo de Constantino, le dijo: “oye Constantino, tú que estás limitado de dinero, me preocupas, ya que no traes a nadie; y, eres coronel”, a lo cual, Llaca contestó que, si alguna vez mató a alguien, lo hizo de frente. Y, como siempre había sido un tipo frontal, andaba solo por las calles de Querétaro.

Para concluir su intervención, compartió que Constantino Llaca Nieto se encontraba en el Hospital Militar ya con las venas destrozadas; pese a ello, les dijron que podía sobrevivir un poco si le ponían una inyeccón, la familia aceptó. Pero cuando lo quisieron inyectar, el exgboernador dijo “Gracias, esto se acabó”, cerró los ojos y murió.

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