La Mtra. Carolina Ponce de León hizo notar que el proceso de crear un libro comienza con el deseo de contar algo, regresó a Colombia después de 18 años; y, al volver, la percepción pública que había, tanto de ella como de su trabajo sólo se ligaba a lo hecho en Colombia hace casi 20 años, era tan intenso. Al momento de retornar, parecía como si hubiera llegado en una máquina del tiempo, porque todo mundo la veía por lo sucedido en el pasado, era como una especie de recuerdo, que rememoraba lo acontecido hace 20 o 30 años. Pero no era una percepción correcta, afirmó la escritora, quien continúo diciendo que, en Estados Unidos había desempeñado un trabajo curatorial muy importante en el lapso mencionado anteriormente. Pero, por otro lado, quería escribir y no encontraba la plataforma ideal para dicho propósito, porque se podía hacer en blogs, si bien tenían mucha circulación y predominancia, no le hacían sentir del todo cómoda, no sólo por las voces masculinas, también por pertenecer a otra generación, por tal razón, se mostraba segura de que tal herramienta no era opción para desarrollar su actividad, bajo esta tesitura, decidió que una opción más adecuada era hacer un libro, e hizo uso de toda su vocación como escritora, se afanó en encontrar una forma de escribir no académica, puesto que por más teórica que sea, debe tener una forma de escritura que sea accesible. Al tener una columna en un periódico que está dirigido al público, pero no para uno especializado en arte, entonces es una conversación entre gente del medio, pero no fuera del campo artístico. Al querer escribir una manera personal, decidió cerrar este arco del tiempo, y poder contar esa historia. Y se dio cuenta que para poder hablar de su experiencia, tenía que calificar quién era ella y sus ideas. Además de entender cómo se había formado la sensibilidad, para tener esa mirada debía contar parte de su vida personal. Y ahí fue donde comenzó a mezclar un tono o una escritura que era accesible, una intersección entre lo personal; y, su visión crítica.
