José Gálvez Krüger, director de la Enciclopedia Católica, explica cómo surge la tradicional costumbre de vestir al Niño Dios en el Día de la Candelaria.
En la fiesta de la Virgen de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, es una tradición en México y en otros países llevar una imagen del Niño Dios vestido con un ropaje especial para que sea bendecida en una iglesia.
Gálvez explica a ACI Prensa que “en el siglo XVII, los teólogos –especialmente franceses– meditando sobre la infancia de Jesucristo, descubrieron una inmensa enseñanza”.
“La infancia, de la que se revistió Cristo, genera asombro y admiración. Supone dependencia de otro, estado de sujeción e inutilidad. Cristo no rechazó ninguna de estas miserias, para poder enseñarnos la negación de nosotros mismos”, prosigue el experto.
“Vista de tal manera, la infancia silenciosa de Jesucristo se convertía para el cristiano en un objeto de meditación, casi tan fecundo como el de la Pasión misma”, resalta el director de la EC.
“Su vida nos enseña obediencia, silencio, dulzura, humildad, paciencia, modestia, pureza, y trabajo. Estas virtudes fueron materia de una pedagogía iconográfica y de varias prácticas devocionales piadosas”, subraya.
En ese sentido Gálvez propone el “Ajuarcito espiritual para obsequiar al Niño Dios” de Mons. Arturo Vélez Martínez, primer Obispo de Toluca (México), compilado por el investigador salvadoreño Nelson Rodolfo Sandoval, y que ahora ofrece la EC.
“Con esta devoción, se honra a Jesús en su Natividad, mediante el obsequio y ofrecimiento de las virtudes personales. El conocimiento de esta práctica piadosa, es aplicable a todas las devociones del Niño Dios”, concluye Gálvez.
El “Ajuarcito espiritual” propone hacer cada prenda del Niño Dios con algún ofrecimiento espiritual como la rectitud de intenciones, un acto de contrición, una confesión bien hecha o con actos de obediencia y piedad, entre otros.
