Empate a cero goles entre Escocia e Inglaterra en el emblemático estadio de Wembley, lo más destacado de este cotejo que mostró de muy buena forma una añeja rivalidad futbolística, sin duda se dejó ver en las gradas.
El factor pasional es algo realmente significativo en partidos como este; y, resulta de suma importancia lograr ambientes de tal magnitud para dar un toque distinto a un entorno que viene recuperándose de una complicada etapa marcada por la contingencia sanitaria.
Tal parece que ya daba lo mismo que hicieran ambas escuadras en el campo de juego, porque en ningún momento del emparejamiento se dejó de escuchar el cántico de algún hincha, si no se dejaba oír el «Flower of Scootlan» era turno del clásico «God Save the Queen».
Pese a que la escuadra inglesa, al menos en el papel, lucía más fuerte; y por tal motivo, podría considerarse favorita para imponerse a los escoceses, el presente entre ambos no mostró una plena concordancia con lo citado anteriormente, aunque John Stones tuvo una oportunidad inmejorable de convertir el gol que hubiese dado el triunfo al elenco inglés; sin embargo, estrelló su tiro en el larguero.