25 años de experiencia en el Ateneo Grand Splendid de Capital Federal, librería ubicada en La Recoleta, justamente donde estuviera situado un teatro, son los años que acumula en su haber, la Mtra. Andrea Stefanoni, quien llevó a cabo la ponencia: «Gestionar una liberaría sin perderá la cabeza», dentro de las actividades del Hay Festival desarrollado en Colombia a través de un formato digital.
Stefanoni se mostró tajante al afirmar que en relación al tema que atañe, el punto número uno es vender, la librería es un negocio y hay que dejar a parte el romanticismos, y las tareas más aburridas se deben mencionar al principio de esta aventura, más allá de que ahí esté inmerso lo sagrado, pero vender no hace que los libros sean menos valorados, ni ese verbo es una mala palabra.
En este punto, la autora especificó la importancia de buscar un lugar con potencial, si no es céntrico ni turístico el sitio, habrá que compartir de manera más personal con los habitantes del barrio, y colaborar en el desarrollo del librero, crear identidad. En su caso, al montar una librería, tuvo que demostrar que contaba con buenos libros y libreros, y al ocupar el lugar de un hermoso teatro, debía ser como una persona linda que se ve obligada a hacer saber que es inteligente, debía hacer notar a 3500 personas que entraban al lugar, que sus libreros estaban a la altura, explicar que lo masivo no es malo ni innecesario.
Aunado a lo anterior, Stefanoni sugiere decir no a libreros arrogantes; en este sentido, ella debió derribar un mito, porque quien atiende debe radiar magia con el entorno, puesto que tener a la persona más lectora que se conozca en ese puesto, no garantiza éxito, aunque cuente con estudios no es suficiente para recomendarla, ni ser lector ni estudiar filosofía y letras hace ser buen librero, pero estar bien informado sobre lo que sucede en el ámbito editorial, entrevistar a escritores, conocer qué se publica en España, México, etc., y que llegará a nuestras manos, además de saber escuchar y visualizar, y ser capaz de crear un mapa de editoriales e información que brindar a clientes lectores, si resulta útil. También investigar es importante, saber que una librería debe ser el lugar menos prejuicioso del mundo, tener capacidad de vender cualquier tipo de libro, generar empatía con el cliente, sin importar si el autor y libro es del agrado personal, casi debe ser como la relación entre médico y paciente, prácticamente tiene que originarse una confianza ciega entre libros y clientes.
Porque según aclaró la Mtra. Stefanoni, sigue siendo un oficio el del librero, porque no se estudia para ello, el aprendizaje ocurre en la vida cotidiana, es similar al oficio de escritor, no se es escritor en la Facultad de Filosofía y Letras, no se es librero sin un salón de ventas donde desarrollarse, el trabajo editorial es el primer eslabón en dicha actividad, los negocios internos y extornos conforman otra etapa, en el proceso editorial complejo el librero es el último elemento.
Es muy importante mantener equilibrio entre los aspectos personales y laborales, a su juicio le gusta conservar la relación con libreros en el campo laboral siempre que se pueda, interesarse por su vida fuera del ámbito profesional le permite conocerles, así puede percatarse de mejor forma sobre los problemas que surjan en el lugar de trabajo, considera importante motivar la confianza sin tener que llegar a ser amigos. «No hay mejor logro que dar poder a la gente que trabaja con voz, escuchar propuestas, dar poder creativo».
Trajo a colación que niñas y niños visitaban la librería y recibían información cuando fue teatro y cantaba Carlos Gardel, luego contaba información sobre el acomodo de libros, en esas visitas se podía ver la gran mentira ante las estadísticas de librerías y libros por habitantes, la desigualdad, a veces preguntaban cosas sobre cúpulas de la libarías, niños respondían sobre cuadros y viajes. Pero niñas y niños de colegios carenciados ni siquiera habían entrado a una librería. Pero en ocasiones, «para elegir algo en la vida vasta con encontrar algo mejor», desde lo comercial los niños serán futuros clientes, desde otro puente de vista, a esa edad, se les puede cambiar la vida.
Empezó a trabajar en una librería a los 23 años, hoy por hoy desempeña sus actividades con la misma pasión, comentó que hay gerentes más de escritorio que de salón, ella se manejó con intuición para llevar adelante un proyecto, porque para Stefanoni, ningún cálculo ni experto en negocios te da lo que es pararte en medio de tu librería y observar, ahí donde todo cobra vida. Al inicio dijo que todo lo romántico ser vería al final, quienes aman los libros, fantasean con trabajar en una librería, clientes decían que trabajarían gratis en un sitio como ese, pero ella pensaba al respecto, y si pudiera les diría que durarían ni dos horas, pues la librería cierra a las 12 de la noche y hay quien dice que finalizan la jornada temprano, también laboran días feriados; por ello, la especialista en libros, aclaró que una cosa es leer y otra muy distinta es trabajar en una librería. Andrea Stefanoni trajo a la memoria que, una vez un sujeto en la noche se mantuvo quieto en la librería, nadie se enteró de que el individuo esta ahí, todos se retiraron, cerraron, pero el hombre se descuidó, y al moverse activó la señal, llegaron las autoridades correspondientes a la librería, y el tipo confesó ante unos policías por demás serios, que él anhelaba con pasar una noche dentro de una liberaría y por ello fue que se quedó en ese sitio, Stefanoni sólo se limitó a sonreír, mientras decía que aquella persona había cometido el delito más hermoso del mundo. No sabe cuántos libros o poemas se pueden leer en una vida, ella al leer lo mismo piensa que se pierde de otros textos, pero en lo que uno ama siempre hay repetición, hoy ya no tiene 23 años, y aún siegue encontrando en la cordura, un lujo interesante que valora por encima de todas las cosas.
