Analisis por Luke McGee.
El partido conservador gobernante espera que la renuncia de Liz Truss «acabe con el caos de su breve mandato y genere cierta estabilidad económica» al Reino Unido.
Su breve lapso en el cargo estuvo definido por los colapsos del mercado y la constante especulación acerca de su futuro a largo plazo después de que el mini-presupuesto plagado de recortes de impuestos no financiados causara turbulencias en la economía británica.
Pero; incluso, cuando deje el puesto, dentro de una semana, su sucesor heredará dificultades que es poco probable que mejore.
La verdad es que el partido conservador ha estado dividido durante años. Empezó con el Brexit, dividiendo al partido en dos, y desde entonces ha empeorado.
El faccionalismo se rompe en más líneas de las que se pueden contar con los dedos de una mano; ya que abarca desde los leales a Boris Johnson hasta los libertarios y los conservadores antiinmigración.
Por ahora, complejo resulta ver cómo un solo candidato podría ser aceptado por las diversas tribus del partido. Es aún más difícil ver cómo podrían nombrar un gabinete que no se dividiera en múltiples temas. Es casi imposible imaginar cómo se podría imponer la disciplina partidaria a los integrantes del parlamento que quieren tantas cosas diferentes.
Generalmente, la contestación a esta pregunta tendría que originar la convocatoria a elecciones generales y dejar que los votantes las resuelvan. Pero los parlamentarios conservadores no quieren eso; toda vez que, están tan alejados en las encuestas de opinión que la mayoría acepta que perderían.
Bajo esta tesitura, dado que la convocatoria de elecciones está en el don del gobierno, parece poco probable que lo lleve a cabo.
Lo cual significa que el sucesor de Truss tendrá un serio problema de credibilidad. Será el segundo primer ministro impuesto en el Reino Unido por el Partido Conservador sin que las y los votantes puedan opinar y posiblemente sin mucho mandato.
Las cosas podrían empeorar muy rápido para el nuevo líder si no se abordan estos problemas. Entonces, dado que las próximas elecciones podrían ser hasta enero de 2025, es muy posible que este desorden caótico se prolongue un par de años más, con el único afán para evitar los rubores políticos por parte de la parte conservadora.
