En Oriente, la calendarización proveniente de Oriente Medio, que se basa principalmente en el ciclo de las fases lunares dominó por milenios en culturas como la hindú, la birmana y principalmente la china, desde Japón fue adaptado a la cultura japonesa hace más de 1,200 años.
En Japón, la manera tradicional de medir el tiempo ha sido también la de las eras japonesas que se relacionan directamente con su historia, pues estas ocurren con la ascensión al trono de un nuevo emperador.
Aún así desde el 1 de enero de 1873, Japón usa el calendario gregoriano, proveniente de Occidente, que establece su duración en 365.25 días.
Siendo Japón un país cuyo clima difiere de una región a otra debido principalmente a la forma alargada del archipiélago las estaciones anuales transcurren de una manera determinante en las tradiciones, el arte y las formas de expresión de la cultura japonesa, convirtiéndose en un tema importante desde hace siglos desde la poesía hasta la pintura, y prevaleciente de igual forma en la cultura contemporánea.
En el marco de las relaciones diplomáticas entre el Estado de Querétaro y el Consulado de Japón surge la muestra temporal «El brillo de los días», con una muestra de diferentes diseños que la Asociación de Calendarios de Japón realiza cada año y donde de manera similar a como sucede en la cultura mexicana, los comerciantes obsequian a sus clientes al inicio de cada nuevo año.
Los calendarios son pues, documentos donde la belleza de natural y artística se conjuntan con la organización del paso del tiempo, sus celebraciones y actos de los que mana el brillo necesario de nuestros días.
