Isaí León, al interior de la Facultad de Artes, explicó que un dragón barbudo o pogona, es originario de los desiertos de Australia, razón por la cual, en cautiverio hay la exigencia de que habiten en un sitio con una temperatura que oscile entre 30 y 40 grados centígrados, con humedad baja.
La especie mostrada en la fotografía es una cría, tiene 4 meses, pero pueden llegar a vivir 15 años. Derivado de lo anterior, su alimentación debe ser 80% insectívora (gusanos, grillos y cucarachas criados para alimentar reptiles) y 20% herbívora (diente de león, espinacas, calabazas, pimiento y nopal), las verduras pueden comprarse en el mercado, como si fueran para consumo humano; deben ser limpiadas y desinfectadas. Cuando van creciendo, paulatinamente cambian los porcentajes antes mencionados, incluso, ya en la edad adulta, se invierten.
Las pogonas pueden llegar a medir de punta de nariz a punta de cola hasta 45 o 50 cms., su terrario de la exhibida en la imagen mide 45x30x28 cms, pero cuando alcanzan su tamaño máximo, su terrario al menos debe ser de 1.20x50x60 cms., y la temperatura es suministrada por un foco cerámico.
En el mundo de los reptiles, las pogonas son consideradas como si fueran un «perro reptil», a causa de la interacción que pueden llegar a tener con su cuidador.
Si por algún motivo es requerida la devolución de un dragón barbudo o pogona, hay que hacerlo directamente a la PROFEPA o a los PIMVS (criaderos de pogonas), ya que son especies extranjeras, no pueden ser liberadas ni llevadas a las UMAS.
Para finalizar su intervención, Isaí León, hizo notar la importancia de adquirir estos animales por la vía legal. En la Ley General de Vida Silvestre es relevante conocer los artículos del 50 al 54. Dado que, resulta conveniente pagar más por un ejemplar legalmente, que arriesgarse a una multa de $50,000.00 y una pena privativa de la libertad correspondiente a 9 años.
