‘La Mami’ de Laura Herrero Garvín, historias en el baño de mujeres del Barba Azul

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En la colonia Obrera de la Ciudad de México se encuentra el Barba Azul, cabaret legendario en el que todavía existen las ficheras, mujeres que bailan y beben por tarifa con los clientes.

 

Estas mujeres hacen de baño de mujeres del cabaret su espacio para vestirse, maquillarse y hablar de su vida, más allá del oficio cabaretero.  Es el territorio de La Mami, una mujer que administra el papel de baño a cambio de propinas, pero también da consejos, ayuda, cobija a las mujeres.

 

En el documental La Mami, Laura Herrero Garvín hace un retrato íntimo de este espacio, con una líder tan modesta como sabia, con un grupo de mujeres que sufren de estigmas morales y aun así resisten y perseveran en su búsqueda de ser valientes, libres y dueñas de sí misma.

 

Platicamos con Laura  cuando apenas llegaba a San Sebastián, donde presentará La Mami. Nos contó sobre una historia que muestra unión y complicidad en el interior de un baño de mujeres.

 

¿Cómo conoces a La Mami?

Fui al Barba Azul en un cumpleaños de una amiga, quedamos para ir a bailar salsa y esa noche fui al baño. Recuerdo que entró una de las chicas que trabaja y le dijo a La Mami: ‘Mami, Mami, me acaba de pedir matrimonio un hombre que me encanta’. La Mami le dijo: ‘Cálmate, este hombre no es de fiar, estás muy tomada, quédate un poco conmigo y luego bajas’. Luego llegó otra: ‘Oye mami, ¿cómo me queda este vestido?’, y llegó una más y preguntó si se notaba su tanga. Todas la consultaban y empecé a entender que La Mami estaba ahí cómo sostén del espacio, como cuidadora de la energía que espera a que las chicas lleguen y si necesitan ayuda lo hace de alguna forma. En un momento me acerque a ella y le pregunté si podría visitarla para entender este espacio; ella me dijo que regresara el martes a las nueve y el martes a las nueve yo estaba ahí.

 

El Barba Azul tiene muchas posibilidades de historias, un narrador convencional elegiría hablar de los músicos, de la relación de las mujeres con sus clientes; tú escoges a un personaje “menos interesante” de los que podías encontrar en el Barba Azul…

O el más invisibilizado…  Vi este espacio como una burbuja, un espacio de colectividad que necesitaban las mujeres para después bajar a la pista de baile a competir, estos espacios de alguna manera unen las mujeres que trabajan ahí. De alguna forma resisten gracias a este espacio. A mí no me conquistó el Barba Azul y su música, me conquistó su baño de mujeres y La Mami aconsejando a las chicas. Yo necesitaba aprender algo de ahí

 

También eres cofundadora de un proyecto comunitario que se hace en México, La Sandía Digital, ¿hay alguna correspondencia entre este trabajo y el baño de mujeres del Barba Azul?

En La Sandía Digital encontré refugio cuando me sentía violentada o expuesta, ser manada en colectivo era súper importante para mi vida. En ese tiempo hubo muchas situaciones de violencia de género alrededor de mi vida, necesite encerrarme entre mujeres para entender cómo podríamos resistir. Tuve esta necesidad vital de estar en un baño de mujeres, escuchándonos, entendiéndonos y viendo que pasa aquí. Esto fue un primer acercamiento, después hubo cinco años de realización de la película y durante este tiempo cambié mucho, pero el primer instinto fue encontrarme entre mujeres, meterme a esa habitación con ellas.

 

¿Cómo fue la relación de las mujeres con la cámara?

Cuando empecé a visitarlas entendí que iba a ser complicado, porque estas mujeres están muy juzgadas y por lo tanto ocultan en qué trabajan, también había habido casos de gente que les tomaban fotos sin consultarles y las publicaban sin su permiso. Estuve tres años visitándolas, dejándoles claro que no quería molestarlas y que entendía si a muchas no les importaba el documental. Había cuatro tipos de respuestas: una era no aparecer; otra sólo estar con voz y por eso la película está construida con fueras de campo, un alrededor colectivo y esta voz que es de una pero también de todas; la tercera opción era aparecer con voz y cuerpo pero sin cara; la última era aparecer completamente. Al principio sólo querían salir cuatro; al final del rodaje eran casi 20, se fueron animando: todas querían estar.

 

Destaca el personaje de Priscilla, en los primeros minutos apenas llega al lugar y es tímida, hacia el final incluso se quiere ir de vacaciones a Las Vegas. ¿Cómo apareció?

Para mí era importante tener una chica nueva, a partir de ella podíamos descubrir el espacio y el oficio; Priscilla llegó tres días antes de que tuviéramos las cosas listas para grabar, La Mami me avisó. Hablamos con ella y nos pusimos a grabar. Desde ahí intentamos dar seguimiento a cómo Priscilla se va fusionando con la noche y haciéndose más malandrita. Luego entre Priscilla y La Mami se daban grandes conversaciones, me gustaba cómo hablaban antes de que llegaran las otras chicas. Yo le decía a La Mami: ‘Pregúntale a Priscila por su hijo’ y otro día le pedía a Priscila que le preguntara a La Mami sobre sus hijos. Sólo lanzaba la pregunta y ellas, pues son las reinas de la platicada, se han dedicado años a platicar con desconocidos, tienen el don de la palabra a un nivel muy heavy y te llevan a lugares increíbles.

 

La Mami ya ha pasado por muchos festivales, ¿cómo ha sido su recepción?

Ha creado muchas sensaciones. Hubo un coloquio online con un festival en Rusia y una señora estaba conmovida porque a La Mami se le había acabado el papel cuando Priscilla se despedía de ella. En Amsterdam tuvimos una charla con la dueña del primer burdel autónomo, yo estaba nerviosa porque para mí es importante recalcar que las ficheras no son trabajadoras sexuales, tenía miedo que se mezclaran las cosas, pero la conversación fue alrededor de ser mujer, de la lucha por la identidad y la libertad. La gente conecta con La Mami porque es una película cercana, a la gente le maravilla la intimidad, poder adentrarse de una forma profunda y nada folclorizada. Una de mis luchas era no folclorizar el espacio, porque el Barba Azul es muy exótico desde fuera, pero también es la cotidianidad de estas mujeres. Yo quería hacer una película cercana a ella, no a otro tipo de personas.

La Mami. México-España, 2019. Director: Laura Herrero Garvín. Fotografía: Laura Herrero Garvin. Producción: Laura Imperiale, Patricia Franquesa, Laia Zanon, Laura Herrero Garvin. Edición: Ana Pfaff, Lorenzo Mora Salazar. Reparto Olga “La Mami”, Priscila.

 

Fuente: IMCINE

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