José Rodolfo Anaya Larios, escritor e historiador, impartió en el Museo de Arte Sacro, la conferencia «La leyenda dorada: la Fundación de la Ciudad de Querétaro».
Al iniciar su oratoria hizo notar que, los mitos están hechos no solo de verdades, la crónica se nutrió de la leyenda, y el discurso o sermón barroco se volvió historia, origen e identidad. En un principio se peleaba el clero secular con el regular por la primacía y resolver quién llegó primero. Para los queretanos el escudo heráldico con el eclipse, la cruz y Santiago, es origen, por lo mismo, promisión o futuro.
Cabe recordar que la leyenda de Santiago se creó cuando la España cristiana se veía amenazada por los musulmanes. Santiago había ido a las tierras españolas conforme a la leyenda dorada, por ello en Santiago de Compostela se ubica el Santuario, y, en Querétaro la leyenda se forjó entre la transición del pueblo de indios a la ciudad criolla, durante el primer barroco.
Querétaro se funda como un pueblo de indios, por ende, en todas las historias siempre estará Nicolás de San Luis Montañez o Fernando de Tapia, en razón de que se consideran indígenas conductores de ejércitos.
Anaya Larios afirmó que Querétaro se fundó 5 o 6 veces. Pero en la convención, en el discurso y la retórica convino fijar un 25 de julio de 1531, para que fuera posible armar todo lo que está detrás de esta figura emblemática y el escudo de la ciudad.
En esta línea, la familia Tapia, dentro de tres generaciones permitió que se convierta Querétaro en la tercera ciudad del reino y una de las más importantes de la Nueva España, destacando al comprar su título de ciudad muy noble y muy leal Santiago de Querétaro, no obstante, pasaron casi cien años desde que prevalecía un pueblo de indios hasta que los criollos forjaron su discurso, acerca de cómo resultaba conveniente que fuera la ciudad, toda vez que, como dice una idea asignada a García Márquez: «la vida no es como la vivimos, sino como la queremos recordar». En las ciudades, no es como se fundaron, sino como queremos que haya sido.
Cuando los criollos españoles aceptaron que esta tierra en algún tiempo fue un pueblo de indios, ahora les pertenecía, se lavaron la cara y buscaron dar otra fisionomía a la ciudad, llegaron más familias, las construcciones involucraron otros materiales, y empieza el gran mestizaje tan buscado por la corona española, posteriormente, la ciudad llegaría a tener aproximadamente doce barrios, donde los indígenas fueron situándose. Mientras los hijos de españoles nacidos en Querétaro, proyectaron la ciudad durante el siglo XVII, en medio de las corrientes del barroco, el cual tiene varias etapas, destaca la arquitectura del barroco salomónico, estípite, anastilo o neosilo. Aunque el gran enemigo del barroco no fue el neoclásico, se trató del barroco mismo, que fue perdiendo evolución.
Los criollos no se sentían peninsulares, por lo tanto, tomaron como base, las crónicas y los grandes personajes visitantes de Querétaro, además de los reyes, para mandar iniciativas que acentuaran la presencia queretana.
Entonces, la leyenda va tomado cuerpo, primeramente, levantaron exhortos. A mediados del siglo XVII, compraron el título antes mencionado, utilizaron tres mil pesos de oro en la obtención de ese fin. Conforme crece la ciudad hay mejoras materiales que la embellecen, entre ellas, los arcos y los imponentes templos.
Las culturas criolla y barroca nutridas de mitos, caracterizadas por una fricción exaltada hacia el novohispano, estaban desligadas de su tierra y realizan invenciones, el padre Larrea fue barroquísimo e inventó que la Cruz de los Milagros fue sembrada por Cristo en medio del paraíso, del mismo modo, refería que los queretanos eran especiales, ya que su inteligencia era gobernada por el cielo y los astros. Tiempo después, Carlos de Sigüenza y Góngora, iría más allá, al decir que todas las constelaciones que pasan durante el día por el cielo queretano, conspiraban para que nos fuera bien porque estábamos en el mejor lugar del universo.
En el mundo barroco de los siglos XVII y XVIII, el mito fundacional de Querétaro se aceptó como pasado legítimo, así lo hicieron ver Valentín Frías, Manuel Septién, entre otros historiadores. Incluso, ya en el siglo XX, Manuel Septién, es el primero en rescatar documentos para respaldar sus trabajos históricos.
La presencia de Santiago constituye una tradición antigua, firme y constante. La leyenda fundacional es una metáfora e hipérbola, que a fuerza de repetir las imágenes tuvieron un sentido de verdad, no había porque no creer que aparecieron Santiago y la Cruz para terminar con la batalla.
Por otra parte, Fernando Díaz Ramírez, el primer rector de la Universidad Autónoma de Querétaro, fue quien hizo una recopilación hemerográfica. Díaz Ramírez, el padre Barbosa y el Lic. Ignacio Herrera Tejeda, amaban los libros y la historia, Herrera Tejeda compró parte de su biblioteca a Barbosa, luego la adquiriría Díaz Ramírez, aunque la biblioteca de estos queretanos fue a dar a Monterrey, está en la capilla Alfonsina. En estos libros, Rafael Ayala Echávarri, armó una obra con aproximadamente 3000 fichas.
Durante 1980, en la época de Camacho Guzmán y el rectorado de Mariano Palacios, se impartieron cursos de archivalía histórica en la UAQ, y Francisco González de Cosío vino con la idea de regresarle a su tierra algo de lo que conocía y sabía, puesto que había sido un importante investigador bibliográfico, efectuó 500 o 600 rescates de la significativa bibliografía novohispana.
Hasta 1981 apareció el primer tomo de documentos inéditos para la historia de Querétaro, donde la UAQ participó sin considerar mitos ni leyendas, a la postre serían impresos ocho tomos.
Pese a que a finales del siglo XX, tanto la historia como las humanidades, fueron muy golpeadas por los gobiernos, surgieron el «libro verde» y el «libro azul», ambos publicados por el municipio de Querétaro, el primero de ellos titulado «Documentos para la historia urbana de Querétaro, siglos XVI y XVII: litigio entre los indios de la congregación y el convento de Santa Clara sobre derechos a las aguas con que regaban», mientras que el segundo contiene las primeras noticias sobre la «Conquista, posesión y encomenderos del pueblo de Querétaro S. XVI». Los ejemplares se regalaron.
Aquel momento, hubo nostálgicos aferrados al pasado; Pablito Cabrera, decía que si Querétaro creció fue por los indios, al grado de que se les debe la construcción del acueducto.
El padre franciscano; Isidro Félix de Espinosa, tomó elementos del padre Francisco Javier de Santa Gertrudis, y decidió presentarlos en un discurso, ya se había unificado el escudo y las dimensiones de la ciudad, pero él, en su crónica permite ciertas exageraciones, se trata de la exaltación del barroco, exagerar no es mentir, así, desde ahí, la ciudad creció a lo largo de 200 o 300 años, sucedió el fusilamiento de un Emperador y la promulgación de la Carta Magna, entre otros acontecimientos de suma relevancia., sobre todo porque la ciudad estaba en el paso y era un sitio que se respetaba.
Para finalizar su intervención, Rodolfo Anaya Larios, remarcó que la leyenda es parte de la tradición y cultura, así enfrentamos la diferencia de Querétaro y otras ciudades. Lo notable es que, hubo quienes dieron cuerpo en la narrativa y discurso, hasta que se imprimió y fue contada.