Se estima que alrededor de 12 millones de peregrinos visitarán el santuario de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México entre el 8 y el 12 de diciembre. En total, se espera que la cifra supere los 18 millones de visitantes a lo largo de todo el mes de diciembre.
La fiesta central de Nuestra Señora de Guadalupe es el 12 de diciembre, conmemorando el último día en el que se apareció al indio San Juan Diego en 1531. Ese mismo día, como prueba para Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, la imagen de la Virgen quedó milagrosamente estampada en la tilma de San Juan Diego.
493 años después, la tilma de San Juan Diego se conserva en la Basílica de Guadalupe, al pie del cerro del Tepeyac, congregando a los millones de peregrinos que la veneran.
Las cifras de asistencia fueron anunciadas en rueda de prensa el 3 de diciembre por Janecarlo Lozano Reynoso, alcalde de Gustavo A. Madero, alcaldía en la que se encuentra la Basílica de Guadalupe. Lozano Reynoso resaltó la magnitud de los festejos guadalupanos de diciembre, indicando que la Ciudad de México se posiciona como el “centro turístico religioso número uno del mundo”.
En la misma conferencia de prensa se informó que 11.264 funcionarios estarán asignados a garantizar la seguridad de los peregrinos. Además, se dispuso la instalación de un comedor popular y de la atención de más de 200 médicos y enfermeras.
Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de Turismo de la Ciudad de México, indicó que en la capital del país “no hay un momento en el año en donde se concentre mayor número de turistas que, justamente, en las fiestas del fervor guadalupano, en los días previos y los días posteriores”.
La secretaria de Turismo también indicó que los visitantes podrán recorrer los templos que se ubican alrededor de la Basílica, en la zona conocida como Villa de Guadalupe. Entre estos, podrían llegar a la Capilla del Pocito. Según el sitio web de la Arquidiócesis Primada de México, este templo es el lugar donde se produjo una de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, y era un punto en el que se encontraba un manantial al que “llegaban los indígenas a lavar sus heridas, atribuyéndole propiedades curativas”.