La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), invita a la conferencia “La Casa del Obrero Mundial. Anarcosindicalismo y Revolución Mexicana”, a cargo de la historiadora Anna Ribera Carbó.
Como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, esta actividad virtual será transmitida por las plataformas contigoaladistancia.cultura.gob.mx, en Facebook @inehrm.fanpage en Twitter @INEHRM y en YouTube en Canal INEHRM el martes16 de febrero, a las 17:00 horas, hora del centro de México.
La historia de Casa del Obrero Mundial permite comprender el alcance del anarcosindicalismo en la Revolución mexicana.
Según la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH: “La manera en que un puñado de trabajadores, entre artesanos y proletarios, asidos al pensamiento anarquista, creó una casa para educar y organizar a los obreros de la capital del país y así preparar el advenimiento de una sociedad libre de cualquier forma de opresión”.
En el verano de 1912, un cantero, un sastre, un carbonero, un herrero, un mecánico, un carpintero, un mesero español y un exmilitar colombiano fundaron el Grupo Anarquista Luz, con la intención de divulgar entre los trabajadores de la Ciudad de México el ideal anarquista valiéndose de una escuela y de un periódico.
El 22 de septiembre de 1912, este grupo se transformó en la Casa del Obrero Mundial (COM), integrada por representantes de la Unión de Canteros, Textiles de la Fábrica «Linera», Sastres y Conductores de Carruajes. Sus miembros se declararon «partidarios del sindicalismo revolucionario» y funcionó como «centro de divulgación doctrinaria de Ideas Avanzadas”.
En 1915, con más de 90 mil miembros, logró ser la organización de trabajadores más poderosa de la capital y del país, así como un elemento clave de las luchas sociales de la Revolución mexicana, capaz de colocar el tema obrero en la agenda de un país mayoritariamente campesino.
La COM fue aliada de la causa constitucionalista unos meses de 1915, pero el Primer Jefe, Venustiano Carranza, se vio rebasado ante el estallido de numerosas huelgas de panaderos, maestros, electricistas, y tipógrafos; decidió reprimirlos y romper el 13 de enero de 1916 la alianza con dicha agrupación obrera.
Los trabajadores mexicanos organizados ante esta experiencia se politizaron y se convirtieron en un elemento de peso en el complicado entramado del mundo de los equilibrios políticos, aunque, y allí estuvo su debilidad, supeditados siempre a la voluntad del Estado que habían contribuido a construir y a legitimar, afirma Anna Ribera Carbó.
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