“Quédense en casa, no es el momento de migrar”, pide el embajador de Guatemala en México, Mario Búcaro. Su Gobierno ha asumido por primera vez el control casi total del fenómeno
La primera caravana de migrantes centroamericanos de la pandemia ha sido disuelta antes de que tocara territorio mexicano este fin de semana. El Gobierno de Guatemala, comprometido desde el año pasado con el Gobierno de Donald Trump para frenar la migración, ha utilizado los protocolos sanitarios por la pandemia de la covid-19 para deportar a más de 3.500 hondureños, según cifras oficiales.
El convenio de libre tránsito entre los cuatro países de Centroamérica -Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua- que funciona como un Schengen para la región, no ha impedido que las autoridades guatemaltecas les cerraran las puertas.
La pandemia, que ha agudizado los niveles de violencia y pobreza en estos países, se ha convertido también el principal obstáculo de los que huyen.
«Quédense en casa, no es el momento de migrar», pide el embajador de Guatemala en México, Mario Búcaro, en una entrevista a este diario.
Guatemala ha asumido por primera vez desde que se iniciaran las caravanas en octubre de 2018 el control de este fenómeno migratorio. Hasta ahora, el país centroamericano permitía, mediante el libre tránsito entre los miembros del convenio centroamericano, el paso de migrantes hasta la frontera con México.
Y aunque hubo algunos intentos de reprimir su avance, era México quien se encontraba con miles de migrantes agolpados en su frontera, deshidratados y deshechos.
La represión de las caravanas supuso un coste político alto, primero para Enrique Peña Nieto en octubre de 2018 y después, para Andrés Manuel López Obrador, quien tras una primera política de puertas abiertas -para regularizar a decenas de miles con visas humanitarias en enero de 2019-, un mes después aceptó las presiones de Trump y echó el candado.
El embajador de Guatemala en México, Mario Búcaro, explica a EL PAÍS que ha sido la crisis sanitaria del coronavirus la que ha acelerado el control de sus fronteras.
«Estamos pasando por el peor momento posible, con los diferentes controles que se implementaron se logró que Guatemala tuviera una posición muy buena en el manejo de la pandemia.
Cuando se dio el fenómeno de esta nueva caravana, Giammattei [presidente de Guatemala] decretó el Estado de prevención y activó todos los protocolos, de migración, salud, derechos humanos y fuerzas de seguridad», explica Búcaro.
El presidente guatemalteco, confinado por padecer la covid-19, se dirigió en varias ocasiones a la población para ordenar la detención de los migrantes que formaban la caravana.
En un comunicado de Migración de Guatemala se informa a todos los extranjeros mayores de edad de los países del CA4 (Convenio Centroamericano de libre movilidad) que para ingresar al país necesitan una prueba de coronavirus negativa.
Es de suponer que la mayoría de los migrantes que conformaban la caravana que salió el miércoles 30 de septiembre desde San Pedro Sula (Honduras) y a la que se agregaron otros cientos del resto de Centroamérica no disponía de ese documento, pues su intención habitualmente es recorrer Guatemala en el menor tiempo posible y alcanzar México en su camino hacia Estados Unidos.
«Giammattei ha hecho un llamado para preservar las vidas y establecer el cordón sanitario. En el caso de las caravanas, son personas que incluso no presentan ningún documento o que hacen caso omiso de los controles fronterizos», agrega el embajador.
La maniobra de Guatemala la ha celebrado el Gobierno mexicano en la conferencia mañanera de este lunes. «Afortunadamente no se continúa con la caravana que viene de Honduras, porque tanto el Gobierno de Honduras como el de Guatemala ayudaron a convencer a estos inmigrantes que vienen de Honduras de que no hay condiciones sanitarias y que había que actuar de manera distinta», señaló López Obrador durante su conferencia de prensa matutina.
México se había preparado el viernes para la llegada de miles de migrantes de esta nueva caravana si Guatemala no lograba frenarlos antes de alcanzar la frontera.
En una demostración de fuerza, el Instituto Nacional de Migración desplegó el viernes más de 300 agentes a lo largo de la ribera del río Suchiate, que divide ambos países desde Chiapas (sur de México), y el titular de este organismo, Francisco Garduño presumió este domingo que las rutas ilegales de migrantes serían controladas por drones y también por militares de la Guardia Nacional: «[Los agentes] estarán el tiempo suficiente para mantener la contención de migrantes que viajan en caravana», insistió.
Además, explicó que en los últimos días habían detenido a 235 migrantes, algunos rezagados de la caravana y otros que forman parte de ese goteo constante de migrantes que cruzan por una de las fronteras más porosas de América.
Con el control de esta nueva caravana por parte de Guatemala, México se ha evitado un posible enfrentamiento como el de enero de este año.
Las imágenes de la Guardia Nacional reprimiendo con dureza a quienes trataban de cruzar el río que divide México de Guatemala, lanzaron un potente mensaje de que el Gobierno de López Obrador no sería indulgente en su política migratoria.
Y, sobre todo, de que las presiones de Estados Unidos y los exabruptos de Donald Trump para que todo el territorio mexicano se convirtiera en su gran muro del sur, habían surtido efecto.
Casi ocho meses después, la política de mano dura sigue siendo la misma, aunque no han tenido que ejercerla esta vez.
Con esta nueva caravana se ha demostrado que las exigencias de Estados Unidos se han desplazado un país más al sur. El muro se vuelve cada vez más ancho.
Guatemala firmó con Estados Unidos un acuerdo para contener la migración el año pasado e incluso aceptar la condición de tercer país seguro, que implica que los solicitantes de refugio en juzgados estadounidenses esperen su trámite en el país centroamericano.
Una forma de desahogar de migrantes los centros de detención del norte y también, una medida disuasoria para los que buscan desesperadamente un futuro allí.
Un acuerdo similar al que firmó con México, llamado Remain in Mexico (Quédate en México).
El muro se desplaza al sur a menos de un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Y las maniobras políticas para frenar la migración se han sofisticado hasta tal punto de que la alianza de México con Guatemala ha permitido la pulverización de una caravana de más de 3.000 personas en un fin de semana por primera vez de forma discreta.
«Tenemos una colaboración permanente con el Instituto Nacional de Migración [de México]: intercambio de información, en materia de derechos humanos y salud, lo que nos permite que haya un apoyo constante.
Y para anticipar los efectos de la caravana hicimos mesas de trabajo para prevenir y gestar lo que pudiera implicar», explica el embajador de Guatemala.
Las posibilidades de migrar de miles de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses se ven cada vez más mermadas. La pandemia ha allanado el camino a las agencias de migración de los diferentes países para endurecer los controles en las fronteras.
Una política difícil de asumir para quienes escapan de las amenazas concretas de muerte, de la miseria y de la falta de oportunidades. «El mensaje para nuestros hermanos centroamericanos es quédense en casa, no es el momento de migrar», les responde el embajador.
Y añade: «Igual tu situación no es fácil, pero estás vivo. Nuestra misión es salvaguardar las vidas de nuestros connacionales y de nuestros hermanos centroamericanos».
Gracias Grupo Multimedios.