Federico Silva, artista libre, poseedor de una vitalidad inigualable y de un lenguaje múltiple

Gobierno

·         La Secretaría de Cultura federal y el Inbal le rindieron homenaje póstumo al pintor y escultor

·         El Museo del Palacio de Bellas Artes abrió la exposición Federico Silva, lucha y fraternidad, la cual reúne ocho décadas de producción artística

El Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), y el Gobierno del estado de Tlaxcala, mediante su Secretaría de Cultura, rindieron un homenaje póstumo, este miércoles 30 de noviembre, al escultor y pintor Francisco Silva en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes.

Entre aplausos, fue recibido el féretro con el cuerpo del escultor Federico Silva, en el que fue su último ingreso al Palacio de Bellas Artes; en el trayecto fue acompañado por la secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero; la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, y sus familiares: María, Federico, Natalia, Emiliano, Daniel Camila, Andrea, Galia, Bruno y Paolo Silva.

Parece una paradoja el hecho de que aquí nos reuniera Federico Silva para conocer esta magnífica exposición, dijo la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero al rememorar que el artista le comentó: “’Todavía me falta hacer una película’, y empezó a contar cómo sería esa escena de la rebeldía del arte, cómo el arte debía tener un papel en la sociedad para hacer conciencia. Pues el guion es este”.

Y resaltó: “Aquí estamos, maestro Silva, siguiendo su guion a la perfección. Lo que nos sucedió esta noche a todos fue motivo de azoro, porque pensábamos entrar por esta puerta caminando para inaugurar esta exposición… Este es un acto de plena soberanía de Federico Silva, de una rebeldía totalmente congruente en la vida y en la muerte. Él, consciente de las culturas y las raíces de este país, entendió siempre muy bien la dualidad: la vida y la muerte nunca se separan, y quizá nos quiso dejar esa lección hoy”, agregó la titular de Cultura federal.

Al recordar el espíritu combativo del maestro Federico Silva, señaló: “Vamos a ver obra nueva, porque hasta el último de sus días estuvo creando, hasta el último de los momentos estuvo participando en cada detalle de la exposición que vamos a descubrir. ¡Imaginen el acto de generosidad!, hasta una sutil discreción de partir dejándonos algo que conocer, algo como una trayectoria tan inmensa como la de él, alguien que imagino el arte en el espacio público como un gesto democrático para el asombro de todas y de todos los mexicanos que la visitarán; alguien que transformó, que no hubo material que no conociera, que no hubo técnica que no explorara”, finalizó.

Por su parte, la titular del Inbal, Lucina Jiménez López, agradeció a las y los asistentes a este acto convocado por la obra, por la vida, por el trayecto, por la convicción y por el compromiso del maestro Federico Silva.

Asimismo, destacó la firmeza, esa manera siempre de escudriñar y de no conformarse con lo que había hecho un día antes, porque ese espíritu de rebeldía que él decía se refería a la inconformidad permanente, también de la creación misma de un creador que tenía la capacidad de explorarlo, experimentarlo todo para construir esta exposición que se fue dialogando semana tras semana con el maestro.

En el vestíbulo del recinto cultural más importante del país, Lucina Jiménez anunció que la muestra va a continuar la obra del maestro, y se extenderá a Tlaxcala, “regresa a su tierra, hay una colección importante de La Estrella y se incorpora a un Circuito Nacional de Exposiciones en donde Federico Silva va a ir dialogando con los diferentes ámbitos de nuestro país”.

Por último, agradeció a Miguel Fernández Félix esta última exposición la cual inauguró en su calidad de director del Museo del Palacio de Bellas Artes.

En su oportunidad, el crítico de arte Luis Ignacio Sainz Chávez comentó “una vez más nos reúne Federico de manera exótica y no lo hace porque estemos de luto, porque con él no se puede estar de luto. Es uno de los espíritus más libres, más entrañables de nuestra historia plástica. Es un hombre que fatigó todas las técnicas, las visitó casi hasta hartarse y tiene un lento sinuoso y muy nutriente camino hacia la tridimensión, hacia la escultura, fatiga los lienzos a gota los cánones de la Escuela Mexicana de Pintura con la que rompe en las formas, pero jamás rompe en los contenidos, siempre conserva esos gritos de independencia con esos ecos sociales que lo alimentan en cada momento.

A su vez, el director general del Museo Federico Silva, Escultura Contemporánea de San Luis Potosí, Enrique Villa, compartió que Federico Silva decidió que este museo fuera la casa de los escultores, recinto por el cual han pasado los más distinguidos de este país y muchos del extranjero.

Recordó que el también muralista siempre fue generoso, siempre tuvo una línea de conducta político-social clarísima, con un profundo amor por México y por ello decidió entregar parte de su obra para ser resguardada en San Luis Potosí, en el museo que lleva su nombre.

Natalia Silva, nieta del homenajeado, en nombre de la familia Silva Lombardo agradeció la presencia de todos a este homenaje. “Muchas gracias, creo que mi abuelo, como ya dijeron quienes hablaron anteriormente, esperaría que disfrutemos la exposición de esta noche y creo que ese fue su deseo, que nosotros gozáramos las obras presentadas en esta exposición”.

Antes de las guardias de honor, un cuarteto de la Orquesta Sinfónica Nacional interpretó un réquiem, así como obras de compositores mexicanos.

Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía

Para Federico Silva la destrucción, física o metafórica, ha sido paradójicamente la fuerza que ha posibilitado su creación. Si bien esta ha permitido la renovación constante de su lenguaje estético, también ha dificultado el estudio y la difusión de su trabajo, en específico de las etapas más tempranas de su obra.

El máximo recinto cultural de México, el Museo del Palacio de Bellas Artes, abre al público la exposición Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía, proyecto que rememora al artista, quien es clave para entender el desarrollo del arte en México en el siglo XX, mediante una retrospectiva de su trayectoria, la cual es también una revisión histórica de su obra producida a lo largo de ocho décadas.

La muestra consta de más de 150 piezas, entre las que se encuentran pinturas, estudios murales, gráfica, proyectos editoriales, esculturas, aparatos cinéticos, móviles y películas. Estará abierta al público en las salas Nacional y Diego Rivera, en el segundo piso del recinto.

Remite a un ciclo iniciado en 1945, cuando, como asistente de Siqueiros, Federico Silva trabajó en la realización del mural Nueva democracia, pintado para el Museo del Palacio de Bellas Artes, recinto que hoy le rinde homenaje y lo vio emerger como un artista libre, poseedor de una vitalidad inigualable y de un lenguaje múltiple.

El concepto curatorial estuvo a cargo de Joshua Dalí Sánchez González, investigador y curador, y por Xavier de la Riva Ros, jefe de Curaduría del recinto de la Red de Museos del Inbal.

En el núcleo Del realismo a la abstracción (1945 – 1968) se presentan los primeros años de creación artística de Silva, en los que el contexto sociopolítico mundial, indudablemente se convierte en un eje rector para el desarrollo de su obra. Las piezas dan cuenta de la diversidad de formatos y materiales con los que trabajó en este periodo, con frecuencia relacionados con la Escuela Mexicana de Pintura y el movimiento muralista.

Sus pinturas, murales y proyectos editoriales retoman mitos fundacionales de la historia de México, así como expresiones ideológicas en torno a las luchas políticas y sociales de aquellos años. También son muestra de su relación con dos personajes clave para su vida: el dirigente sindical Vicente Lombardo Toledano y el muralista David Alfaro Siqueiros.

En el núcleo dos, La subversión por la forma (1968 –1983), aborda su periodo cinético en el que conjugó el arte y la ciencia para experimentar con el movimiento, la luz y el color. De 1968 a 1983 construyó esculturas manipulables, transitables, suspendidas y desplegables; aparatos cinéticos con la capacidad de generar efectos visuales producidos por objetos lumínicos y máquinas activadas por energía electromecánica, solar, eólica e hídrica. Incorporó el uso del láser para desarrollar pinturas murales y experiencias lumínicas.

En el tercer apartado, Esculpir el tiempo, flechar la luz (1986 –1998), se aprecian pinturas y esculturas asociadas con su periodo monumental. En ellas predominan las figuras geométricas en la composición y el uso de materiales como piedra, mármol, acero y madera, en las que el tiempo es uno de los temas centrales, pero visto desde una dimensión mítica e inspirado en la iconografía mesoamericana y aridoamericana.

En la última parte, Escritura y ejercicios plásticos recientes (2003 – presente), se aborda su práctica artística encaminada hacia la escritura, como lo muestran sus tres autobiografías: Cuadernos de Amaxac. A fin de cuentas, el arte arde en el infierno (2006), Dos x tres. Crónica. Apuntes autobiográficos (2010) y México por Tacuba (2013). Incorporó también en su práctica artística el uso de la computadora y software de postproducción.

Esta exposición ha sido posible gracias al apoyo del Gobierno de Tlaxcala y su Secretaría de Cultura, a la Colección La Estrella, el Museo Federico Silva de Escultura Contemporánea en San Luis Potosí, el Archivo Enrique Bostelmann, la Sala de Arte Público Siqueiros – La Tallera, Colección Eva Norvind, Colección Vicente Silva Lombardo, el Museo de Arte Moderno, Inbal, la Filmoteca y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo  (UNAM) y el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam).

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