El público es quien estelariza la propuesta escénica: Mtro. Luis Ortega

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Fotografía: Cortesía

1.-¿Qué significado tiene para ustedes presentarse en la conmemoración del XXX aniversario del Centro Nacional de las Artes (CENART)?

Para mí; Luis Ortega, como director tiene un valor espacial. Recuerdo que cuando era niño mi madre me llevaba al CENART, principalmente al Día Internacional de la Danza, me sorprendía mucho al ver las formas, texturas, colores y la grandilocuencia de su arquitectura, por otro lado me emocionaba mucho el sumergirnos en un universo de movimiento incesante.
Como adolescente citadino dedicado a la Danza uno de mis sueños era entrar a la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, sueño que se cumplió. El CENART es parte ineludible de mi carrera como artista de la escena, no solo desde una perspectiva estrictamente institucional sino desde un lugar más personal, cotidiano, significativo, un lugar sensible. Muchos de mis recuerdos de estudiante están profundamente ligados a algunos de sus rincones; el CENART para mi es espacio arquitectónico y espacio simbólico, un espacio en mi memoria. Ahora mismo piso la polaridad del pasado y el presente, la raya de la nostalgia de lo que fue y la excitación que produce el tejer nuevas historias en otro tiempo y el aparentemente mismo espacio. Es un deleite compartir la madera negra, la parrilla y el telar con los técnicos del teatro, quienes me acompañaron como estudiante y ahora me cobijan como profesional de la escena. Tengo la sensación de volver a casa.

2.-¿Cómo definen el contexto escénico de la muestra?
En la historia de la humanidad, entre las muchas dicotomías que han servido para comprender los matices de la realidad desde perspectivas morales, económicas, políticas, científicas y antropológica; me interesa la crítica y reflexión sobre la condición humana, que abre la puerta a la miseria o a la dignidad humana, entre muchas opciones o escenarios posibles. RATS, aborda un cuestionamiento crítico, a través de la danza contemporánea,
detonado a partir de la analogía del comportamiento humano y el de las ratas. Es a partir de la observación de la conducta animal de este roedor como metáfora de la conducta humana, que se desarrolla un lenguaje del cuerpo para la creación de una obra coreográfica mordaz, capaz de provocar una reflexión consciente. Una perspectiva de la vorágine cotidiana habituada en las grandes urbes, siendo la resistencia y la sobrevivencia
condiciones recalcitrantes para ser”, para vivir”. Ante un mundo salvaje, la humanidad se encuentran al borde del precipicio por la depredación, la desarticulación de la seguridad social – salud, trabajo, hogar- y el deseo de acumulación a que conduce la avaricia inscrita en el ADN del propio sistema, la vorágine capitalista desde hace siglos. Mientras que las acciones cotidianas en las urbes están sumergidas en la profundidad de las alcantarillas de la individualidad, alimentadas por la necesidad de ser, de sobresalir, de pertenecer, de
sobrevivir en la hostilidad de la marginación educacional, social, ética, económica, política, cultural, etc. Acciones que inciden en la conformación de una sinergia colectiva disfuncional, pútrida. La puesta en escena está inspirada en el cotidiano de la Ciudad de México, en la efervescencia del transporte público, en las grandes placas de masa gris, en sus sórdidos rincones, en sus calles, en su gente, en sus días, pero sobre todo en sus noches.

3.-¿Quiénes son los personajes que intervienen en la trama y cómo son sus vínculos?
Son 13 los personajes que construyen a través de la danza contemporánea y la teatralidad el universo de RATS. La dramaturgia de la obra y el lenguaje de los cuerpos sugieren un sentido de “anonimato” de los personajes, generando así la proyección de una macro sociedad entramada en la interrelación de unos “pocos”. Los vínculos planteados escénicamente provienen de diversos sitios socioculturales procurando que estos se magnifiquen y logren cohesionarse metafórica y poéticamente. En este sentido he decidido abstraer la hostilidad, la fragilidad y complejidad de los vínculos humanos a través de los personajes.

¿Quién estelariza la obra y por qué?
Aunque suene muy cliché; para mí es el público el que estelariza la propuesta escénica. Son ellas y ellos quienes completan lo que para mí es la triada escénica: en primera instancia está la idea, el planteamiento conceptual, estético, el lenguaje, etcétera. En segundo lugar están los intérpretes, el equipo creativo, colaborativo, etc. Pero la creación para mí no tendría mucho sentido sino es vista, percibida e incluso criticada. Es la mirada y el imaginario de los y las espectadoras lo que dota de sentido la hazaña de la escena. Con este enfoque debo decir que las Artes escénicas, particularmente la danza contemporánea flaquea de estelares.
Apegándome con mayor certeza a cuestión la obra está protagonizada por: Andrea Gama, Marlene Coronel, Ilse Orozco, Jocelyn Fernández, Eugenia Spallanzani, Alejandra Corona, Ernesto Peart, Emmanuelle Sanders, Héctor Valdovinos, Bernardo Kasis, Ramsés Carranco y José Luis Miranda. La obra cuenta con la participación especial de Lidya Romero, renombrada Artista escénica mexicana; creadora, coreógrafa, investigadora y docente.

4.- ¿Cuál es la tónica de su obra?
Ante un mundo salvaje, la humanidad se encuentran al borde del precipicio por la depredación, la desarticulación de la seguridad social – salud, trabajo, hogar- y el deseo de acumulación a que conduce la avaricia inscrita en el ADN del propio sistema, la vorágine capitalista desde hace siglos. Mientras que las acciones cotidianas en las urbes están sumergidas en la profundidad de las alcantarillas de la individualidad, alimentadas por la necesidad de ser, de sobresalir, de pertenecer, de sobrevivir en la hostilidad de la marginación educacional, social, ética, económica, política, cultural, etc. Acciones que inciden en la conformación de una sinergia colectiva disfuncional, pútrida. La puesta en escena está inspirada en el cotidiano de la Ciudad de México, en la efervescencia del transporte público, en las grandes placas de masa gris, en sus sórdidos rincones, en sus calles, en su gente, en sus días, pero sobre todo en sus noches.

5.- ¿Cuál es la finalidad de la representación?
En el contexto de una sociedad tan conmocionada como la mexicana donde prevalecen la violencia, la corrupción, la ignorancia, la impunidad, la desigualdad social y de género, el machismo, la apatía, la indiferencia, el fanatismo, etc., donde las violaciones, los feminicidios, los genocidios, las desapariciones se han convertido en el amargo aderezo de la cotidianidad de la vida de los mexicanos, los sucesos escénicos parecieran inoportunos, casi estériles al enfrentarse a una devastadora realidad llena de contradicciones. Realidad que se construye del accionar de individuos que se ven imposibilitados a renunciar o transformar el contexto de su existencia con el anhelo yermo de poder hacerlo, quizás lo único que puedan hacer es sobreponerse al mal que se torna banal por ser cotidiano. Permanecer. ¿Qué incita a una persona a señalar con intransigencia las acciones de otra, pese a que dichas acciones no tengan ninguna repercusión directa en su vida? Probablemente, el miedo. Ante la brutalidad y el miedo de una sociedad tan doliente el mejor antídoto es el patógeno mismo, un patógeno metafórico, estético, plástico, permeado de belleza, distante de cualquier juicio moral (de parte del creador), pero que sin duda genere espacios de reflexión, de análisis, de crítica, de intercambio; una traducción, un reflejo de la condición humana.

7.- Comentarios finales.

RATS / Dirección: Luis Ortega
Teatro Raúl Flores Canelo; 29 de febrero al 17 de marzo / Jueves y viernes 8pm, sábados 7pm
y domingos 6pm.

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