Gabriel Boric, izquierdista chileno, de 36 años, asumió como presidente el viernes, dando lugar al cambio más marcado en la política del país andino desde su regreso a la democracia hace tres décadas después de la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochet.
En el edificio del Congreso en la ciudad portuaria de Valparaíso; Boric, un exlíder de protesta y legislador, tomó la banda presidencial del saliente multimillonario Sebastián Piñera, convirtiéndolo en el líder electo más joven del país.
«Ante el pueblo chileno, hago mi promesa», dijo Boric, quien en señal de los nuevos tiempos vestía camisa y chaqueta pero sin corbata, algo inaudito para los presidentes varones en el mojigato Chile.
El ascenso de Boric ha despertado la esperanza entre los progresistas en Chile, durante mucho tiempo un bastión conservador de los mercados libres y la prudencia fiscal en la volátil América del Sur, pero también ha avivado el temor de que décadas de estabilidad económica puedan desmoronarse.
El líder de una amplia coalición de izquierda que incluye al Partido Comunista de Chile, prometió revisar un modelo económico liderado por el mercado para combatir la desigualdad que provocó violentas protestas en 2019, aunque moderó su retórica en los últimos meses.
El país productor de cobre también se encuentra en medio de una nueva redacción de su Constitución de la era de Pinochet, que ha apuntalado el crecimiento pero ha sido culpada de avivar la desigualdad que condujo a protestas que se apoderaron de Chile en 2019.
Pinochet, cuya sombra aún se cierne sobre el país andino, derrocó al presidente socialista Salvador Allende, quien se suicidó en 1973 durante un golpe militar. Boric ha elogiado a menudo el legado de Allende.
«Me recuerda a Allende, pero espero que tenga un final más feliz», dijo Marigen Vargas, de 62 años, quien viajó toda la noche para estar en la toma de posesión de Boric afuera del Congreso. “Queremos un Chile más unido, más feliz”, señaló.