José Martín Lara Becerril, vicario de la Diócesis de Querétaro, hizo saber que el Sábado Santo es un día totalmente silencio, incluso, es el único día del año en que no hay actos litúrgicos en la Iglesia Católica, puede haber actos de piedad, pero es dedicado al silencio y hay que estar junto al sepulcro de Jesús para esperar el momento de su resurrección.
Pasado el sábado, cuando ya nuestros ojos ven el ocaso, el sol se ha ido; y, el lucero de la tarde anuncia la llegada de la noche, entonces, es el instante propicio para comenzar los preparativos inmediatos a la grande noche que es la Vigilia Pascual, esta noche es aquella iluminada por la luz de la Resurrección, se hace la Liturgia más grande, esperada, hermosa y lúcida. Hay 4 momentos particulares; el primero es la bendición del fuego nuevo y el encendido del Cirio Pascual, el primer signo de toda la Pascua y de que Cristo resucitó.
El segundo momento de la primera Misa de la resurrección del Señor Jesús, involucra toda la lectura de la Palabra, desde el momento en que Dios crea el Universo hasta cuando Cristo resucita, son 9 lecturas incluida el Evangelio con sus respectivos Salmos, consiste en meditar sobre toda la historia de la Salvación.
Una vez terminada la historia de la Salvación, viene el tercer elemento que es la renovación del bautismo, particularmente en este momento, se recomienda bautizar catecúmenos adultos, porque el signo de la resurrección de pasar de la muerte a la vida, es a través del bautismo, pero si por alguna razón en la Iglesia no hay la celebración de los bautismos entonces los católicos presentes, renuevan el bautismo por la profesión de la fe y el rozamiento con el agua bautismal.
Terminada la renovación del bautismo, sigue la Comunión del Sagrado Cuerpo del Señor resucitado. Esta la Liturgia Eucarística es caracterizada por la alegría, porque Cristo ha resucitado y vencido a la muerte. Para finalizar su intervención; Lara Becerril, refirió que la Celebración termina con una bendición solemne y el canto del ¡Aleluya! Una alabanza a Dios por todas las maravillas realizadas a través de la historia de la Salvación.
