Lizeth Rondero esteraliza el unipersonal «Por temor a que cantemos libres» en el Foro de las Artes del CENART

Gobierno

Fotografía: Cortesía

Lizeth Rondero y Felipe Rodríguez, codirectores artísticos de la compañía Teatro de los Sótanos, destacan que para su organización, constituye un motivo de orgullo tomar parte en la programación del XXX aniversario del Centro Nacional de las Artes (CENART), toda vez que, la línea artística de este recinto administrado por la Secretaría de Cultura del gobierno de México, suele ser un referente de excelencia en torno a los productos culturales, tanto nacionales como internacionales. Por otra parte, este año develan la placa conmemorativa relacionada a las doscientas funciones de «Por temor a que cantemos libres», y el CENART es uno de los espacios ubicados en la capital del país, donde no había sido presentada en una temporada particular. Pero ya han cumplido esa meta, hecho que abona a una nutrida trayectoria de este proyecto, el cual, ha sido mostrado en diversos escenarios al interior del territorio nacional.

La actriz Lizeth Rondero ejecuta este unipersonal, en el que los espectadores pueden testificar las historias vividas por distintas mujeres, desde la época de la Nueva España, hasta el tiempo presente. Cada relato de estas mujeres nos evidencia el cautiverio particular al que se han sometido, pero a la vez, resulta factible ver cómo ellas han podido liberarse y superar dicho encierro. Bajo esta tesitura, Rondero y Rodríguez acentúan que se trata de un gran monólogo, el cual, fomenta el entendimiento de nuestra libertad y propicia la reflexión en torno a este tema. Por otra parte, la puesta en escena es una especie de viaje desde la Nueva España hasta la época actual, que permite demostrar cómo la moral y muchos prejuicios conservados en torno a nuestras creencias se repiten en distintos contextos históricos, situación desfavorecedora en las relaciones de igualdad entre hombres y mujeres. Inmersa en el contexto referido previamente, la puesta en escena conjunta toques de cabaret y musical, con monólogos trabajados en distintos tonos, para dar lugar a una experiencia rica, variada y con música en vivo.

Sobre los personajes principales en la trama y sus vínculos, hicieron saber que, Mauricia Josefa, la «amante del demonio”, sirvienta que se acusa a si misma ante el tribunal de la Santa Inquisición de ser poseída por el demonio para mantener relaciones sexuales con él en forma de hombres y un perro negro; espera con su confesión, eludir las consecuencias funestas de su transgresión moral (México. Finales S. XVIII). En tanto que, doña María Gertrudis Vidrio, la «olvidada”; mujer criolla de buena familia, solicitante del divorcio al Tribunal Eclesiástico por la violencia doméstica que su marido ejercía sobre ella, es encerrada en una ”casa de recogidas” mientras se da el fallo a su petición, transcurre un año y cuatro meses, continúa privada de su libertad sin veredicto y abandonada en la miseria (México. Siglo XIX). María López “La panadera”, mujer joven que es regresada violentamente a casa de su madre por haber sido infiel a su marido, hombre que desempeña el mismo oficio que ella. El adulterio fue cometido con diversos empleados de la panadería; uno tras otro. En este punto, precisaron que el caso proviene del siglo XIII y decidieron proyectarlo a esta época, dentro de una zona conurbada de la Ciudad de México, y se enfoca en una mujer de la misma edad. Por otra parte, Trinidad Ruiz Mares “La asesina”, destazó su marido por la violencia que este individuo ejercía sobre ella y sus hijos; hecho por el cual es apresada. Este segmento de la trama se basa en la historia de María Trinidad Ramírez Poblano, la «Tamalera de la Portales”. En México, durante el siglo XX; «La Cantante», personaje capaz de unir a los demás y situarse como eje del espectáculo. Es una mujer dicharachera, frontal, que mediante el canto, el humor y el sarcasmo interpela al público para cuestionar nuestros paradigmas sobre el género y la libertad. Todas ellas están relacionadas por ser mujeres comunes que en México, fueron encerradas por distintas causas, acontecimientos justificados por lo que se conocía como “locura”: desobediencia a los deseos de los padres o del marido, divorcio, sexualidad libre, pobreza, origen étnico distinto, homosexualidad, inteligencia, libre albedrío, conciencia, depresión, ansias de conocimiento, deseos propios y libertad ejercida.

Cabe señalar que; Lizeth Rondero, estelariza la obra, porque fue su proyecto creativo dentro del programa Creadores Escénicos 2016, en el cuál se propuso hacer un unipersonal que conjuntara una investigación sobre los feminismos y una exploración con el canto en escena. El resultado, ya con la colaboración del dramaturgo Felipe Rodríguez, fue «Por temor a que cantemos libres».

La tónica general tras el estreno de «Por temor a que cantemos libres», ha sido la conmoción. Es una puesta en escena rica en valores universales, pues cualquier persona puede ver reflejados sus conflictos o vicisitudes en la historia de vida de cada una de las mujeres presentadas, acentúan Rondero y Rodríguez, quienes en esa misma línea, señalan cómo los prejuicios humanos limitantes, son conflictos que nos atañen a todos, ya que como seres humanos, en diversas ocasiones decidimos reprimir un cúmulo de nuestros deseos y metas, o condicionamos nuestras decisiones por una moral determinada que no concuerda realmente con lo que somos y queremos hacer. En este sentido, trastoca violentamente el ánimo del público, al recordarle que, detrás de nuestras convicciones morales, todos quisiéramos vivir en libertad, siendo como somos.

La obra propone generar una experiencia teatral estimulante y vital, que al hacer uso de recursos escénicos como el cabaret, el teatro contemporáneo, la música y el humor, sitúa el tema de la libertad como una virtud intrínseca al hecho de ser humanos, más allá de cualquier ideología o género, puntualizaron sus creadores, mientras hacían notar que, en el texto dramático, las acotaciones son un conjunto de señalizaciones complementarias para transmitir ciertos matices o detalles de la acción dramática, en relación con lo anterior, las acotaciones siempre precisan sentido e intencionalidad del autor, al concebir el texto dramático. En «Por temor a que cantemos libres», inspiraron en gran medida la definición de la puesta en escena, no obstante, siempre fueron complementados los significados con el trabajo de montaje, llevado a cabo en cada ensayo.

Hacer que el público se lleve una reflexión profunda y conmovedora sobre la libertad. Además de una experiencia teatral vibrante e intensa, integran los aspectos primordiales de la finalidad que tiene esta obra.

Para concluir su intervención, trajeron a la memoria que estarán de jueves a domingo hasta el 28 de julio en el Foro de las Artes del CENART, excepto el domingo 21 de julio, sugieren visitar las redes sociales del Teatro de los Sótanos para mayor información; y, esperan contar con su presencia; toda vez que, podría ser su última temporada en la Ciudad de México

 

 

 

 

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